Toda experiencia es subjetiva. Esto no es más que un mero corolario de lo que se afirma en el punto 4: que son nuestros cerebros los que fabrican las imágenes que creemos "percibir".
Es significativo que toda percepción -toda percepción conciente- tiene las características de una imagen. Un dolor está localizado en algún sitio; tiene comienzo y fin, una ubicación, y se destaca de lo que lo rodea, a manera de trasfondo. Estos son los elementos componentes de una imagen. Cuando alguien me pisa un dedo del pie, lo que yo vivencio no es su pisar mi pie sino mi imagen de su pisar mi pie, reconstruida a partir de la informes neurales que llegan a mi cerebro algo después de que el pie del otro se ha depositado sobre el mío. La experiencia de lo exterior siempre está mediada por determinada órganos sensoriales y vías neurales. En tal medida, los objetos son creación mía, y mi experiencia de ellos es subjetiva, no objetiva.
No es trivial, empero advertir que muy pocas personas, al menos en la cultura occidental, dudan de la objetividad de datos sensoriales tales como el dolor o sus imágenes visuales del mundo exterior. Nuestra civilización tiene profunda raíces en esta ilusión.