Más allá de las dificultades y dolores que surgen en la convivencia y la interacción con el medio externo, el construir pareja implica el conectarse con otro ser en lo más profundo de cada uno. Es aprender a mirarse a los ojos y perderse en el otro, es sentirse unidos en la forma de mirar los procesos del cada uno y acompañarse, entenderse y aceptarse con lo distinto y lo parecido.

A veces el curso de la convivencia nos hace perder el norte de porqué nos decidimos a compartir una vida con el otro, y nos perdemos en un universo de compromisos y en la carrera por mejorar la capacidad de adquirir bienes y nos olvidamos de lo que soñamos con construir y para qué decidimos estar juntos. Esta es una pregunta que es necesario hacérsela nuevamente cada vez que se inicien nuevas etapas y nuevos caminos. A veces el sólo hecho de abrirse a sentir al otro y dejarse llevar por su ritmo cardiaco, su manera de respirar, nos permite retomar esa sabiduría que perdemos con los estímulos externos y el constante bombardeo de demandas.

Es en este espacio de sabiduría interior que está la respuesta no en la racionalidad ni la explicación, por que la relación surgió desde una emoción y sentimientos internos. Lo demás se fue construyendo en el compartir y en la convivencia.

Invitamos a las parejas a buscar esa sensación de por qué él o por qué ella en el ámbito del sentir , allí encontraremos el sentido de nuestra opción. Si no es posible una conexión más profunda con el otro se recomienda buscar ayuda ya sea en un profesional o en una guía espiritual de acuerdo a las creencia y opciones de cada uno. Este es un aspecto muy importante que determina una proyección en el tiempo y define el camino a seguir, no es conveniente dejar pasar los años sin acercarse a la pareja de manera profunda y honesta.

La familia y la pareja