I La meditación es el vaciado del contenido de la conciencia
El yo, como podemos observarlo, dice: "Yo debo tener eso", y pocos días después quiere alguna otra cosa. Existe el constante movimiento del deseo; el constante movimiento del placer; el movimiento continuo de lo que uno quiere ser, y así sucesivamente. Este movimiento es el pensamiento como tiempo psicológico. El yo que dice "Yo sufro", es producido por el pensamiento. El pensamiento dice: "Yo soy Juan, yo soy esto, yo soy aquello". El pensamiento se identifica con el nombre y con la forma y es el 'yo' en todo el contenido de la conciencia. El es la esencia del temor, de la herida psicológica, la desesperación, la ansiedad, la culpa, la persecución del placer, el penoso sentimiento de soledad -todo el contenido de la conciencia. Cuando uno dice: "Yo sufro", lo que experimenta el dolor es la imagen que el pensamiento ha fabricado de sí mismo, la forma, el nombre.
Cuanto más intenso es el reto, mayor es la energía que se requiere para enfrentarse a él. Este reto es el dolor. Es a eso que uno debe responder. Pero si responde escapando a ello, o buscando derivar de ello bienestar, entonces está disipando la energía que necesita para afrontar esta cosa.
No hay escape -no lo hay, porque si uno trata de escapar, el dolor está siempre ahí, como la propia sombra, como el propio rostro está siempre con uno. De modo que es preciso permanecer con el dolor, sin movimiento alguno del pensar. Si uno huye del dolor, no lo ha resuelto; pero si permanece con él, sin identificarse con él -porque uno es ese sufrimiento-, entonces toda la energía de uno está presente para enfrentarse a esta cosa extraordinaria que ocurre. Desde ese sufrimiento, surge la pasión.
Hay una solución, existe un cese para el dolor -como hay un cese para el temor-, completamente. Sólo entonces existe una posibilidad de saber qué es el amor. Uno piensa que aprenderá algo del sufrimiento, que hay una lección que se aprende a causa del sufrimiento. Pero cuando uno observa el sufrimiento en sí mismo, y no escapa sino que permanece con él totalmente, completamente, sin ningún movimiento del pensar, sin buscar alivio alguno ni bienestar, sino que sólo se mantiene unido completamente al sufrimiento, entonces uno verá que tiene lugar una extraña transformación psicológica.
El amor es pasión, la cual es compasión. Sin esa pasión y compasión, sin su inteligencia, uno actúa en un sentido muy limitado, y todas las acciones de uno son limitadas. Donde hay compasión. esa acción es total, completa, irrevocable.
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