La Rueda de la Fortuna

Mazo: Marsella

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Es una carta dinámica, con movimiento, indica rapidez en la consecución de eventos y sorpresas traídas por el destino.

El éxito va contigo. Cosecharás los frutos por los que tanto has trabajado. En el plano profesional, tus ingresos podrían aumentar considerablemente y tu trabajo, ser reconocido a tu alrededor. Es muy probable que recibas riquezas antes de llegar a viejo. Anímate, que esta carta es de al suerte, del destino, la elevación y la cosecha de los triunfos.,

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Descripción ampliada

Su número es el X, compuesto por el cero que representa el movimiento rotatorio incesante y el uno que significa inmovilidad. También se ha querido ver en la cifra romana el símbolo de la cruz de San Andrés, representada por cuatro de los seis radios de la rueda que aparece en el naipe. Su nombre tiene la saludable particularidad de ser el mismo en absolutamente todos los Tarots, hasta el punto de que incluso en el del caprichoso peluquero Etteilla, aparece claramente este signo en vigésima posición aunque se le asocie, sabe Dios por qué extraño capricho de esa loca, ciega y sorda Fortuna, con el nombre de Nabucodonosor. La coincidencia en cuanto a título no se ve acompañada en lo referente a su interpretación, saltando la sorpresa de que muchos tratadistas la identifiquen con la Prudencia, patrimonio que la mayoría y con buen sentido otorgan al Ermitaño. En efecto, no parece ser precisamente una virtud que esté sujeta a las veleidades de la ventura, que siempre tiene su lado positivo y su lado negativo.

También difiere, y enormemente, en cuanto a su representación gráfica, incluso en los mazos tradicionalmente más similares. El de Marsella nos muestra una rueda sostenida por un caballete, uno de cuyos brazos, sin embargo, no llega nada más que a la mitad, y así la rueda sólo se apoya en uno de ellos, quizá para denotar aún más la inestabilidad que representa la fortuna. Este detalle se ha corregido en la baraja clásica española. Sobre la rueda se sostienen tres extrañas figuras: la derecha, en posición ascendente, parece un perro con cabeza de liebre o burro, por sus largas orejas; arriba, una criatura con alas, empuñando una espada desnuda, y tocada con una corona, que si bien parece un mono, podría aludir a la esfinge que, según la leyenda egipcia, sólo quienes supieren responder acertadamente a sus preguntas podrían librarse de las leyes que les mantienen prisioneros de la materia. En actitud descendente aparece otro mono con larga cola y cuya cabeza se permuta en muchos otros Tarots por un rostro humano. Tiene la particularidad, junto con el Arcano XVIII, la Luna, de ser la única carta en que el ser humano no ocupa un lugar preferente, especialmente en el marsellés, que, como hemos dicho, sus tres figuras son de animales caprichosos, mientras que el rostro de la Luna tiene facciones humanas.

Representa a las Moiras griegas, Parcas latinas que eran las diosas del destino humano, las que por su profesión de hilanderas se encargaban de hilar el destino de los hombres al que hasta el mismo Zeus debía someterse y obedecer. En la Edad Media se le identifica con la figura de un rey, que tiene la esperanza de reinar en su posición ascendente; la alegría del reinado en el centro, y el temor de haber dejado de reinar, representado por la figura que tiene la cabeza hacia abajo. Habría una cuarta alegoría que se ha escapado de la rueda, significando el dolor por haberlo perdido todo. Las cuatro figuras serían un todo único que se refleja en las cuatro fases de la Luna y en las cuatro edades del hombre (infancia, juventud, madurez y vejez). Es, pues, la imagen del eterno retorno; representa cambios determinados por las leyes del destino, sin olvidar que el individuo es, en último caso, responsable de su propia vida: al igual que un mago, el hombre es capaz de elaborar su propio porvenir.

En posición normal se interpreta como:

— Cambio de fortuna. Sucesos imprevistos. Ganancias en juegos de azar. Evolución. Éxito. Progreso. Buena salud. Lógica. En psicología será «ego» controlador del propio destino que está siempre latente en el fondo de la personalidad del hombre.

En posición invertida:

— Situación inestable. Fracaso. Pérdidas. Riesgo. Dificultades. Abandono al azar.

Para el hombre es una carta que no tiene excesiva influencia en su personalidad, por lo que es difícil una definición. Es amigo y esposo consagrado, pese a lo cual se le engaña, a veces con verdadero escarnio. No es ambicioso ni calculador, pero goza de una suerte inesperada que le reporta grandes beneficios. No le importan mucho los fracasos, siempre está dispuesto a volver a intentarlo con optimismo.

La mujer quiere aparentar que lo sabe todo, pero muchas veces se equivoca escandalosamente, quizás por la enorme imaginación que posee. No distingue entre la verdad y lo que se inventa, llegando a creerse ella misma sus mentiras, a veces por ser demasiado ingenua. Le falta perseverancia en sus quehaceres. Se deja ablandar con facilidad pero entra en sospechas de todo por cualquier nimiedad. Le gusta el lujo y todo lo que brilla. No suele vivir encerrada entre cuatro paredes. Es apreciada pese a sus veleidades y autoritarismo.