Para responder a esta pregunta es necesario tener claro desde que perspectiva se está preguntando y en interés de quien se define. Se preguntarán por que no elegimos un concepto como la mayoría de los textos o autores lo hacen. Es justamente eso lo que queremos evitar ya que la experiencia de vivir un orgasmo implica una infinidad de puntos de referencia diferentes y de procesos a describir dependiendo de las vivencias de los involucrados en el fenómeno. La mayor parte de los expertos (generalmente de sexo masculino) definen con propiedad el orgasmo como el momento en que se experimenta en el "varón" el máximo placer sexual-genital asociado a la descarga de semen o eyaculación En el caso de las "damas" el orgasmo correspondería a la sensación de placer sexual-genital máximo producto del roce (en el clítoris u otras zonas intravaginales), que equivaldría al placer que experimentan los varones con la eyaculación.
Aunque la definición parezca familiar involucra sólo una parte de la experiencia de sentida en el orgasmo y se pueden agregar términos médicos y técnicos que precisen más o menos el fenómeno pero la lógica explicativa es la misma: un evento físico de roce intenso y placentero desencadena una sensación de placer sexual asociado a un placer genital local que se identifica como orgasmo.
Al observar desde una perspectiva energética lo que ocurre en el encuentro de una pareja podemos distinguir como surgen nuevos entendimientos acerca del orgasmo. En la medida que la pareja madura como "equipo" -por la capacidad de acoplarse mutuamente- va involucrando nuevos elementos y profundizando la conexión hacia una experiencia con más significado y trascendencia. Cada pareja construye su sexualidad explorando sus sensaciones corporales y el movimiento de la energía sexual en el cuerpo. La sexualidad en pareja implica integrar la capacidad de ponerse en contacto con la vivencia individual de la sexualidad y la posibilidad de abrir y conectar este flujo de energía sexual en el espacio íntimo con el otro.
Una de las características de la neurosis en que vivimos es la incapacidad de conectarnos con la interioridad. Constantemente inventamos actividades externas con las cuales mantenernos ocupados afuera de nosotros mismos. Así evitamos enfrentar el susto que implica encontrarnos con nuestras sensaciones negadas, especialmente en el ámbito corporal, que tanto se nos enseñó a evitar.
En esta cultura que desestima lo corporal se nos entrena desde pequeños que no es adecuado explorar el propio cuerpo. La vivencia de la sexualidad en el ámbito individual está asociada a descubrir la capacidad de goce y las posibilidades del propio flujo de la energía sexual en el cuerpo.
Es fundamental tomar conciencia corporal de lo que nos sucede cuando dejamos el flujo natural de energía sexual. Dejando de apretar ciertas zonas asociadas al control de estas extrañas sensaciones. La zona del perineo y los glúteos, por ejemplo está permanentemente contraída.
Mientras leen estas líneas dense unos segundos para tomar conciencia de cómo están sentados. Cierren los ojos y sientan la parte baja de la espalda, sientan las lumbares y la zona del ano y los glúteos¿ cómo están? Hagan el ejercicio de empujar los riñones hacia adelante y relajen los glúteos especialmente los externos y medios. En el caso de las mujeres fíjense en las sensaciones vaginales y cómo se inicia un recorrido de cosquilleos desde la vagina hacia la zona del útero, se abren una serie de músculos intravaginales y de los labios. Es extraño cómo apenas dejamos de tener conciencia de la zona volvemos inconscientemente a apretar las mismas zonas.
En el caso de los hombres hagan el mismo movimiento: empujen los riñones hacia adelante y eleven la espalda desde la zona lumbar y relajen los glúteos externos y medios. Sientan como cambian las sensaciones hacia la zona de los testículos y el pene cuando relajan el ano y empujan la musculatura abdominal baja hacia arriba, relajen una vez más y sientan cómo al empujar la musculatura del ano y alrededor del ombligo hacia arriba surgen una serie de nuevas sensaciones.
Al explorar estos aspectos en su cuerpo mejorará notablemente la conciencia y la capacidad de liberar el flujo de energía sexual. Esos cosquilleos y esas extrañas sensaciones nuevas están permanentemente en nuestra vida y las controlamos en forma inconsciente a través de la contracción muscular. Estas actitudes se van conformando a través de la educación de modelos corporales de control que se aprenden inconscientemente desde niños en la imitación de los adultos.
Si bien, ya nos resulta difícil conectarnos con la corporalidad, la sensualidad y sexualidad, abrirse energéticamente con el otro es una experiencia por completo novedosa y en algunos casos aterradora. La conexión con otra existencia permite abrir una serie de experiencias que nos hacen sentirnos conectados con otra persona. Surge entonces, el temor al abandono y al dolor que podría provocar la pérdida de vínculo y con ello la necesidad de mantenerse a salvo de tanta intensidad emocional. Este es el mecanismo que hace de freno a la conexión profunda con la pareja y que separa la vivencia emocional-energética de la sexualidad.
Para vivir una sexualidad plena es fundamental perder el miedo a sentir intensamente y vivir más acorde con el aquí y ahora sin poner el futuro o el pasado como fantasmas que alimentan la mente y la desconexión. La mente y la elaboración intelectual sobre la experiencia de pareja emocional y sexual, es uno de los peores enemigos de una relación profunda y es en ese espacio donde tienen lugar las fantasías de abandono o el temor al compromiso profundo con la pareja. La conexión se obtiene siendo activamente consciente de las sensaciones energéticas que despierta estar en unión con la pareja desde el momento en que permitimos perdernos en su mirada, las primeras caricias de sensibilización, los juegos previos, la penetración y enlace de los cuerpos, hasta el orgasmo y el posterior momento de calma y conexión mutua.
Como ejercicio de trabajo en este aspecto se sugiere trabajar en el silencio mental y centrar la atención en las sensaciones corporales, entregándose a éstas, para evitar las verbalizaciones internas y pensamientos disruptivos del fluir en pareja.
Según la forma en que se mueve la energía sexual en el cuerpo, el orgasmo puede tener diversas formas de experimentarse. Así el orgasmo (desde una perspectiva energética) se prepara cuando la energía sexual comienza a circular por todo el circuito individual conformando el "orgonome" individual (concepto de W.Reich). Si las sensaciones corporales no involucran la totalidad del circuito de la energía la sensación será agradable pero no surgirá la plenitud de conexión con el otro. Será placentero y erótico pero alcanzará solo una parte de la experiencia posible, es por ello que se requiere de mucha imaginación y fantasía externa a la conexión de la pareja. Es frecuente que las personas no lleguen más allá de este tipo de conexión por los aspectos antes mencionados. El placer que se experimenta en estos casos es de tipo genital y no abarca la totalidad del cuerpo y muchas veces ni siquiera hay pérdida del control del cuello o "abandono del ego" como sostienen los teóricos de las líneas bioenergéticas.
En el caso de las mujeres la experiencia de placer puede tener más de una manifestación y es posible que se experimenten juntas o por separado cada una de ellas. Lo más frecuente es la sensación de placer por el roce en la zona del clítoris, pero esta sensación no suele ser activadora del movimiento de la energía sexual global.
En la sensación de orgasmo vaginal se requiere de una mayor movilización de la energía y el flujo comienza a abarcar casi la totalidad del cuerpo a excepción de cierto bucle interno, más adentro de la zona de placer (llamado punto G por algunos especialistas) que completa un circuito energético conducente a experiencias asociadas a lo que en oriente llaman éxtasis. En este caso la sensación está en un espacio que requiere de una última relajación del control que es un esfínter situado cerca de las glándulas secretoras y que desencadena una movilización del flujo global de energía con todas las características ya descritas.
En el hombre las sensaciones son similares pero tienen que ver con lograr soltar el flujo de la energía en las zonas más internas y la conexión con la apertura de los centros energéticos ascendentes asociados a las emociones y en este caso la energía no se perdería en la descarga genital sino que la experiencia permitiría el control de las emisiones y la movilización interna del flujo desde la zona genital hacia arriba.
Durante la experiencia de conexión ambos comienzan a fluir desde su propio circuito poniendo en marcha toda la memoria de especie. Neurológicamente se puede señalar que es en el sistema límbico donde se encuentra toda la información y recuerdos de esta índole. al llegar al punto de clímax ambos circuitos se abren y conforman por unos instantes, un nuevo circuito de energía que integra y une las energías de ambos.
Esto es lo que las culturas ancestrales han denominado experiencia de éxtasis, iluminación o camino de la sexualidad hacia la iluminación.
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