La otra cara de esta misma moneda

Ya que es la educación la que debe rendir cuenta de la formación de estos profesionales, con las características personales necesarias de un emprendedor innovador, también tendríamos que encontrar las diferentes posibilidades de lidiar con las consecuencias de estas demandas.

Habitamos en una cultura postmoderna, de constantes cambios, de ir más allá de los límites, de superarse continuamente, una cultura marcada por la búsqueda de la "Excelencia", por el gusto por el absoluto, por la pérdida de la calidad de vida y de la humanidad, marcada por el vacío de si mismo.

Es un hecho que los constantes cambios en nuestra sociedad implican una constante capacitación y aprendizaje de nuestra parte.

En nuestra cultura es normal pensar que es bueno y necesario "ir más allá de nuestros límites" y superarnos continuamente a cualquier costo. "Se nos pide" y "nos pedimos" que seamos personas capaces de adaptarnos a cualquier situación y con habilidades coherentes a ella.

Estamos viviendo diariamente el tremendo agobio de tener que traspasar cualquier límite que tengamos a mano. La presión cotidiana es que debemos ir más allá de nosotros mismos; a pesar del dolor, del cansancio, del sin sentido y de la angustia que esto nos provoca.

Podemos "echarle la culpa al jefe", "al sistema", "a la pega", "al horóscopo", "a las cosas de la vida", sin embargo, cuando llegamos a nuestras casas y queremos descansar, parar o cambiar de frecuencia, ocurre que nos aburrimos, nos irritamos, seguimos enchufados, no podemos sacarnos la pega de la cabeza o simplemente nos encontramos con la sensación de vacío o de insatisfacción por no haberlo hecho bien... y finalmente terminamos conectados al televisor o Internet.

Y aunque hayamos hecho las cosas "bien", esto no nos produce alegría, a lo más comenzamos a divisar nuestro próximo desafío, esta vez con estándares mayores de excelencia, en la búsqueda de la paz y la satisfacción que nos "deberían" generar nuestros logros:

"Te daremos una misión, dos misiones, tres misiones, pero nos decepcionarás que no hagas más que tres, o sea, lo que te pedimos en realidad es que hagas más de lo que te pedimos"

"Tienes que ser un triunfador"
"tú puedes dar aún más"
" Véncete a ti mismo, compite contigo mismo"
(El Coste de la Excelencia)
El costo de ir más allá de si mismo

La mayoría de las veces, los aprendizajes se transforman en nuevas exigencias y "presiones".

Al parecer los logros y resultados que conseguimos con "nuestro ir más allá" nos acaban pasando la cuenta, generando conflictos personales e interpersonales y diversos costos psíquicos y físicos. Oscilamos entre el posible éxito y la pérdida de la capacidad creativa, de disfrutar simplemente, la sequedad desértica y vacía de si mismo y los estados depresivos.

Esta relación entre "ir mas allá" de nuestros límites y sus costos es invisible para nuestra comprensión y nuestra lógica, donde "más significa mejor".

Nos encontramos con estados de ánimos difíciles de asumir, como irritabilidad, la falta de realización en nuestro trabajo o la constante exigencia interna que opera en todos los ámbitos de nuestras vidas y muchas veces de los más diversos síntomas como estrés -pérdida de memoria, trastornos de nuestros ritmos biológicos como alteraciones del sueño, apetito y la sexualidad-, depresiones -pérdida de sentido, desmotivaciones-, desorganizaciones perceptivas y corporales -ausencias, desconexiones, torpezas, obsesiones, fijaciones, etc.-, dolores en el cuerpo, alteraciones gástricas y del sueño, sin hablar del ya famoso pánico con su correspondiente angustia o ansiedad.

Estos síntomas, son quejas frecuentes en nuestra cultura de la excelencia, sin embargo, lo que no se sabe es que éstos son los costos generados por "hacer cosas más allá de nuestras capacidades reales de sostenerlas", estamos diciendo que estos son los costos de "ir más allá de si mismo".