En jap.: jikkai.
Diez estados de la vida que se manifiestan en los aspectos físico y espiritual de todas las actividades humanas.
Son: Infierno (en jap.: Jigoku), Hambre (Galo), Animalidad (Chikusho), Ira (Shura), Tranquilidad (Nin), Éxtasis (Ten), Aprendizaje (Shomon), Comprensión Intuitiva (Engaku), Bodhisattva (Bosatsu) y Budeidad (Butsu).
Son todos eternamente inherentes a la vida y se manifiestan en función de nuestra interacción con el medio. ("Los Principales escritos de Nichiren Daishonin"
Glosario Vol. I - II 1995 - 1998 SGIAR
Nuestro estado de vida constituye el interés principal del Budismo, estado que en cualquier momento dado puede pasar de la alegría al sufrimiento.
El estado de vida del ser se ve siempre como el resultado de la interacción entre condiciones externas y tendencias internas; las mismas condiciones (el mismo lugar de trabajo, por ejemplo) que para una persona constituyen un sufrimiento incesante para otra pueden constituir una fuente emocionante de desafío y satisfacción.
El propósito de la práctica budista es fortalecer el estado de vida interior para poder resistir e incluso transformar las situaciones más difíciles y negativas en algo positivo.
Usando como base su lectura del Sutra del Loto, el erudito budista chino del siglo VI, T'ien-t'ai, clasificó la experiencia humana en diez mundos o "estados." Nichiren adoptó la enseñanza de los diez estados y la explicó con más detalle, enfatizando el caracter interior y subjetivo de cada estado:
"A la pregunta de dónde exactamente existen el infierno y el Buda, un sutra dice que el infierno está debajo de la tierra y otro sutra dice que el Buda está en el Oeste. Sin embargo, el análisis detallado revela que ambos existen en nuestro cuerpo de cinco pies [de estatura]." (Escrituras de Nichiren Daishonin, Vol. 1, pág. 271)
En orden desde el menos deseable hasta el más deseable, estos son: Infierno: un estado de desesperanza en el que el sujeto se encuentra completamente abrumado por el sufrimiento; Hambre: estado engañoso dominado por deseos que jamás se pueden satisfacer; Animalidad: estado dominado por los instintos de temer al fuerte y dominar al débil; Ira: estado caracterizado por un impuso egoísta competitivo irrefrenable de sobrepasar y dominar a los demás, a menudo bajo pretensión de bondad y sabiduría. Estos cuatro estados se denominan los "cuatro malos caminos" a raíz de que lo negativos y perjudiciales que son los resultados de los actos que emanan de estos estados de vida.
A continuación, Tranquilidad: como su nombre lo indica, está caracterizado por la capacidad de razonar y realizar juicios con calma. Si bien este es el estado fundamental del ser humano, es un estado frágil que puede fácilmente ceder a uno de los estados inferiores cuando se enfrenta con condiciones negativas. Extasis: es un estado de regocijo que típicamente se experimenta cuando se logra satisfacer un deseo o librarse de un sufrimiento y también es vulnerable a las condiciones externas. Hasta aquí, se suele agrupar a los seis estados con el nombre de "seis estados inferiores."
Todos estos estados son fundamentalmente producto de la reacción a cambios en las condiciones externas y se caracterizan por una falta de verdadera libertad y autonomía de nuestra parte. Lo que el Budismo da en llamar "cuatro estados nobles" representa el esfuerzo de vivir con integridad, libertad interior y misericordia. El estado de Saber describe un estado en el que se aspira al automejoramiento y a la iluminación. Realización autolograda indica un estado en el que se comprende la verdadera naturaleza de los fenómenos.
A veces, estos estados se denominan conjuntamente como los "dos vehículos"; aquellos que manifiestan estos estados se encuentran en una iluminación parcial y están libres de algunos deseos engañosos. Pero estos estados pueden llevar a mucho egocentrismo. En muchos textos budistas encontramos al Buda amonestando a la gente de los dos vehículos por su arrogancia, egoísmo y suficiencia.
El estado de Bodhisattva es un estado lleno de misericordia en el cual superamos el yo egoísta y trabajamos incansablemente para el bienestar de los demás. El Budismo Mahayana en particular ve en el estado de Bodhisattva el ideal de la conducta humana. La Bueidad es un estado de sabiduría, misericordia y libertad ilimitadas, en el que se puede percibir un sentido de unidad con la fuerza vital fundamental del cosmos.
Para quien esté en estado de Buda, todo, incluso los sufrimientos ineludibles de la enfermedad, la vejez y la muerte, puede resultar una oportunidad de alegría y satisfacción. El estado interior de Budeidad se transluce en acciones y compromiso altruista representadas en el estado de bodhisattva.Esto nos lleva a un aspecto clave de la interpretación de Nichiren de los diez estados: cada estado contiene dentro de si a los otros nueve.
Como él lo expresa: "Incluso un malvado despiadado ama a su esposa y a sus hijos. El también tiene una parte del estado de bodhisattva dentro de si." (Escrituras de Nichiren Daishonin, Vol. I. pág. 53.) Así, el potencial de la sabiduría y los actos iluminados que representa el estado de Buda sigue existiendo incluso en la persona cuya vida se encuentra dominada por los estados inferiores de infierno, hambre o animalidad. Tambíen es cierto lo contrario. El estado de Buda no está separado ni aparte de los otros nueve estados. Más bien, la sabiduría, la vitalidad y el coraje de la budeidad puede infundir y transformar el modo en que un tendencia digamos, por ejemplo, a la ira, opera en la vida de una persona.
Cuando la ira está dirigida por la misericordia de los estados de buda y bodhisattva, puede ser una fuerza indispensable para desafiar la injusticia y transformar la sociedad. El objeto de la práctica budista (para quienes practican el Budismo de Nichiren esta contiene la recitación del mantra Nam-myoho-renge-kyo) es hacer surgir el estado de buda, que puede iluminar nuestra vida, la de los demás y permitirnos crear valor perdurable mientras vivimos nuestra vida en los diez estados.
SGI Quarterly 1999 USA.
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