Las conferencias de Whidden - Noam Chomsky (1975)
Enero de 1975, McMaster University
Capítulo I - SOBRE LA CAPACIDAD COGNITIVA
Así, al investigar la capacidad cognitiva de los seres humanos, deberíamos considerar, por ejemplo, su aptitud para reconocer e identificar rostros que se han visto pocas veces, para determinar la estructura de la personalidad de otra persona tras un breve contacto (de modo que sea capaz de adivinar, con bastante acierto, cómo reaccionará esa persona en una variedad de condiciones), para reconocer una melodía traspuesta o que sufra otras modificaciones, para manejar las ramas de la matemática que se basan en la intuición numérica o espacial, para crear formas artísticas basadas en determinados principios de estructura y organización, y para otras actividades similares. Los seres humanos parecen poseer unas aptitudes características y notables en estos dominios, ya que construyen un sistema intelectual complejo e intricado de un modo rápido y uniforme sobre la base de unos datos generados. Y las estructuras creadas por individuos particularmente dotados de talento dentro de estas restricciones son inteligibles y atractivas, excitantes y estimulantes incluso para los que no están dotados de aptitudes creativas poco usuales. La investigación, pues, podría conducir a TA(H,D) no triviales, según esta interpretación de D. Esta indagación debería implicar experimentación o incluso investigación histórica - por ejemplo: investigaciones en el desarrollo de las formas de composición artística o de la matemática que parecieron «naturales» y resultaron provechosas en momentos históricos particulares, contribuyendo a la corriente principal de la evolución intelectual y evitando que la energía se desviara hacia un canal lateral improductivo. (16)
Supongamos que dado un organismo particular O, conseguímos aprender algo acerca de su capacidad cognitiva, desarrollando un sistema de TA(O,D) para las diversas elecciones de D con las propiedades generales esquematizadas anteriormente: habríamos llegado, en tal caso, a una teoría del entendimiento de O, en uno de los sentidos del término. Podemos imaginarnos «el entendimiento de O» - para adaptar una formulación de Anthony Kenny,(17) como la capacidad innata de O de construir estructuras cognitivas, es decir, para aprender.
Me desvío aquí de la formulación de Kenny en dos aspectos, que tal vez valga la pena mencionar. Éste define el «entendimiento» como una capacidad de segundo orden para adquirir «aptitudes intelectuales», tales como el conocimiento del castellano - siendo éste, a su vez, «una capacidad o aptitud: una aptitud cuyo ejercicio consiste en hablar, entender, leer castellano. Además, tener un entendimiento es tener la capacidad de adquirir la aptitud de operar con símbolos de tal manera que es la propia actividad de cada uno la que los convierte en símholos y les confiere significación», por lo que los autómatas que operan con elementos formales que son símbolos para nosotros pero no para ellos no tienen entendimiento. Por temor de esta discusión, me he permitido generalizar aquí más allá de las capacidades de primer orden que implican operaciones con símbolos y considero, pues, capacidades de segundo orden más amplias que el «entendimiento» en el sentido, bastante natural, de Kemy. Hasta aquí no hay más problema que el terminológico. En segundo lugar, quiero considerar el entendimiento (en el sentido estricto o en el más lato) como una capacidad innata de formar estructuras cognitivas, y no capacidad de primer orden para actu;ir. I as estructuras cognitivas alcanzadas forman parte de nuestras capacidades de primer orden para actuar, pero no deben concluir con ellas. Así. no me parece muy exacto considerar que el «conocimiento del castellano» sea una capacidad o aptitud, aunque forma parte de la capacidad o aptitud de ejercer el uso del lenguaje. En principio, podríamos obtener completamente desarrollada la estructura cognitiva que denominamos conocimiento del castellano» sin tener la capacidad de usarla;(18) asi como ciertas capacidades que nos permiten llevar a cabo «actividades intelectuales» puede que no impliquen estructura cognitiva alguna, sino simplemente una red de disposiciones y hábitos, lo cual es bastante diferente.(19) El conocimiento, la intelección o la creencia se hallan en niveles más abstractos que la capacidad. La moderna filosofía analítica ha tendido a emplear la noción de «disposición» o «capacidad» allí donde el concepto abstracto de «estructura cognitiva» es, según mi parecer, más apropiado (cf. cap. 4, también Chomsky, 1975a). Creo que nos hallamos aquí ante un desafortunado residuo del empirismo. Las nociones de «capacidad» y «familia de disposiciones» se relacionan más estrechamente con la conducta y el «uso del lenguaje»; no nos llevan a inquirir en la naturaleza del «espíritu de la máquina» a través del estudio de las estructuras cognitivas y su organización, como exigiría la práctica científica habitual y la curiosidad intelectual. La manera apropiada de exorcizar el espíritu de la máquina consiste en determinar la estructura del entendimiento y sus productos.(20) No hay nada esencialmente misterioso en el concepto de una estructura cognitiva abstracta, creada por una facultad innata del entendimiento, representada en el cerebro de una forma aún desconocida y que se inserta en el sistema de capacidades y disposiciones de actuación e interpretación, antes al contrario: una formulación en estos términos, que contiene la distinción entre competencia y actuación (cf. Chomsky, 1965,cap. 1) parece un requisito previo para una investigación seria de la conducta. La acción humana sólo puede llegar a comprenderse sobre la hipótesis de que las capacidades 'de primer orden y las familias de disposiciones de la conducta implican el uso de estructuras cognitivas que expresan sistemas de conocimiento (no retlexivo), creencia, expectativa, juicio y similares, o, por lo menos, eso es lo que a mí me parece. Volviendo ahora al tema principal, supongamos que seleccionamos un problema en un dominio D que cae fuera de la capacidad cognitiva de O. En tal caso, O no atinará cómo debe proceder; no tendrá ninguna estructura cognitiva válida para tratar con este problema ni ninguna TA(O,D) válida que le permita desarrollar dicha estructura. En consecuencia, O deberá proceder por ensayo y error, asociación, simple inducción y generalización a lo largo de ciertas dimensiones legítimas (aquí se presentan algunos interrogantes, que dejo de lado). Dando a O el valor de «los seres humanos», no esperaremos que la persona sea capaz de hallar o construir un modo de tratar el problema para desarrollar una estructura cognitiva relevante de la misma manera inconsciente e intuitiva característica del aprendizaje del lenguaje y otros dominios en los que sobresalen los humanos.