Las conferencias de Whidden - Noam Chomsky (1975)
Enero de 1975, McMaster University
Capítulo I - SOBRE LA CAPACIDAD COGNITIVA
Una aproximación más provechosa al problema desplaza el peso principal de la explicación de la estructura del mundo a la estructura de la mente. Lo que podemos conocer está determinado por «los modos de concepción del entendimiento»,(2) en consecuencia, lo que efectivamente conocemos o lo que llegamos a creer depende de las experiencias específicas que despiertan en nosotros alguna parte del sistema cognitivo latente en nuestra mente.
En el período moderno, sobre todo bajo la influencia del pensamiento cartesiano, la cuestión de qué es lo que podemos llegar a conocer se convirtió de nuevo en un tema central de la indagación.
A Leibniz y Cudworth, la doctrina platónica según la cual nosotros no adquirimos nuevos conocimientos sino que recuperamos lo que ya nos era conocido les pareció plausible, una vez «purgada del error de la preexistencia».(3) Cudworth razonó extensamente que la mente tiene un «poder de cognición innato» que nos proporciona los principios y concepciones que constituyen nuestro conocimiento siempre que nuestros sentidos le incitan a ello. «Pero las cosas sensibles en sí mismas (como, por ejemplo, la luz y los colores) no son conocidas y comprendidas ni por la pasión o la fantasía de los sentidos, ni por nada meramente ajeno y adventicio, sino por las ideas inteligibles emitidas por el entendimiento mismo, esto es, por algo natural y propio de éste [...] ».(4) Así el conocimiento «consiste en despertar y estimular los poderes activos internos de la mente», la cual «efectúa su propia actividad interna sobre» los objetos presentados por los sentidos, llegando así «a conocer o comprender [...] activamente a comprender una cosa mediante los razonamientos de una razón abstracta, libre y universal [...]». El ojo percibe, pero la mente puede comparar, analizar, observar relaciones de causa-efecto, simetrías, y demás, dando una idea comprehensiva de la totalidad, con sus partes, relaciones y proporciones.
Por consiguiente, el «libro de la naturaleza», sugiere el autor, es «legible sólo para el ojo intelectivo», tal como un hombre que lee un libro en una lengua que conoce puede aprender algo de unos «garabatos». «Los objetos primarios de la ciencia y de la inteleción», a saber, «las esencias inteligibles de las cosas», «no existen en ningún otro lugar sino en la mente misma, pues son sus propias ideas [...]. Y es precisamente mediante estas ideas internas de la mente misma, que son sus objetos primarios, y gracias a ellas que ésta conoce y comprende cada una de las cosas externas, las cuales son tan sólo los objetos secundarios del conocimiento.»