Dentro del sistema patriarcal se encuentran instituciones y sistemas sociales más pequeños que permiten el surgimiento de expresiones particulares de relaciones un poco más tendientes a lo cooperativo. La familia es un ejemplo de este tipo de agrupaciones y constituye un espacio privilegiado de aceptación y amor de los seres humanos. Ella es fundamental por ser el laboratorio de las futuras relaciones entre seres humanos y es determinante en la formación del mapa de mundo de cada uno de sus integrantes.
Es así como la familia se constituye en un espacio articulador y dependiendo del marco valórico con el cual se la asocie podría potenciar cambios o mantener valores tradicionales.
La escuela a su vez tiene gran influencia en el modelaje de las relaciones entre las personas, y ocupa un lugar muy importante en la vida de los pequeños. Ambos espacios pueden ser potenciados en la formación de un esquema valórico y de relaciones más cooperativas y basadas en el amor. Sería vital entonces si se pudiese articular los esfuerzos de ambas por generar cambios hacia estos valores y estilos de relación.