Poco antes de fundar su Institución, Heindel hizo un viaje a Europa para asistir a las conferencias que daba en Berlín un instructor espiritual que ya estaba adquiriendo cierta fama en Europa: Rudolf Steiner*. Pero este contacto le produjo una gran decepción y regresó a América.
Fue entonces cuando se produjo, según afirmó, el encuentro con un enviado de la Orden Rosacruz* que le ofreció las instrucciones que estaba deseando. El enviado, no obstante, le impuso una condición: debería mantener en secreto esas instrucciones. Pero Heindel estaba convencido de que no debería mantener tal secreto, ya que su obligación era transmitir la enseñanza y darla a conocer a toda la humanidad.
El Enviado, lejos de sentirse molesto por la rebeldía de Heindel mostró su satisfacción, diciéndolo que aquello no había sido más que una prueba con la que quería comprobar su grado de egoísmo.
A partir de ese momento, Heindel fue elegido Gran Instructor de su época. Todo lo cual, evidentemente, no tiene más garantías de veracidad que la palabra del propio interesado.
En su solar de Mount Ecclesia Heindel organizó una serie de actividades para sus discípulos. Creó una escuela de filosofía y otra de «curanderos místicos». Corno siempre se había sentido muy interesado por la astrología, incorporó esta materia a sus cursos. También incluyó la anatomía, y lo que denominaba «arte de convencer».
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