El cielo y el ser humano poseen yin y yang. Al despertarse la fuerza yin en el universo también lo hace en el hombre, y viceversa. Para traer la lluvia se debe activar el yin en la humanidad, lo que naturalmente despierta el yin en el universo. Y para acabar con la lluvia, hay que activar el yang entre nosotros, activándolo así en el universo. Por eso, el acto de traer o erradicar la lluvia no tiene nada de sobrenatural. Si aparece como algo sobrenatural es porque su principio es sutil, imperceptible y maravilloso. Todo, incluso la llegada de la buena y la mala fortuna, de los éxitos y las calamidades, responde al mismo principio. En todos los casos comenzamos algo en nosotros mismos y las cosas naturalmente responden…
(Tung Chung-Shu, Chunqiu Fanlu, Joyas exuberantes de los anales de la primavera y el otoño, 42)
Marani, o "hermano menor de la lluvia", es un cargo anual rotativo de los matrimonios respetados de las comunidades andinas (o ayllus) del Titicaca. Su tarea es asegurar los equilibrios (ecológicos, económicos, culturales) necesarios para la agricultura, la pesca y el pastoreo en las tierras de su comunidad. Llegado a cierta edad, todo matrimonio sin mala reputación es apto para el cargo.
En esta tarea coordina tres nichos ecológicos (zonas bajas lacustres, mesetas/terrazas agrícolas, y laderas altas pastoriles), en un entorno donde la naturaleza es frugal. En esas condiciones (los ayllus no superan las 2.000 hectáreas) los Marani armonizan intereses productivos disímiles y hasta antagónicos.
Para desempeñar la ciencia del Marani se pone en juego la experiencia acumulada en años de trabajo colectivo. La conducción eficiente de la producción de los ayllus sería imposible sin el concurso de los Marani.
El comunero quechua o aymara cogestiona eficientemente ya que su cultura posee un rico tejido de representaciones epistemológicas de lazos que conectan lo viviente con los fenómenos naturales de la preservación de la vida (incluyendo la naturaleza humana, como emociones y pasiones).
Ese tejido da a la economía altiplánica una "tecnología simbólica" (Van Kessel 1992), algo desconocido para Occidente. Esta tecnología –o "ecología"- permite una actividad económica complementaria con la geografía del altiplano y en sintonía con sus ritmos vitales. Para ello el Marani cuenta con algunas herramientas: su mapa simbólico y su reloj ritual, ambos cuidadosamente conectados.