El cielo se llama "lo concordante". Esa concordancia es la trama tejida en la urdimbre de la vida. La tierra es lo "constante". Esa constancia es la guía que lleva a la tranquilidad. El hombre es lo "confiado, de buena fe". Su buena fe es la fuerza que lleva al acatamiento. Cuando esos tres principios se combinan apropiadamente, todo procede naturalmente, sin necesidad de acción asertiva.
(Lüshi Chunqiu, Anales de la primavera y el otoño de Lü Buwei, 12/6)
Este trabajo es una "meditación trenzada" sobre prácticas anticipatorias andinas, y la cosmología clásica china (dinastía Shang -1700 AC– a dinastía Han –220 DC).
Las prácticas anticipatorias indagan en el curso de los asuntos humanos y buscan influir en ellos. En el modelo oficial están representadas por la "ciencia" económica (que tiene mucho de conjuro y adivinación). Hay muchas otras operando en los intersticios del modelo, con tanta eficacia (o ineficacia) como aquél.
No e mucho lo que se sabe de las prácticas anticipatorias andinas aún cuando constituyen una inapreciable reserva de saber. E igual cosa sucede con el pensamiento anticipatorio clásico chino.
Distinguir entre "letra y espíritu" ayuda a comprender por qué ha ocurrido esto. Como el léxico de las prácticas andinas no está "impreso" sobre papel, sino en el paisaje (Harris y Bouysse-Cassagne 1993, Brotherston 1993), no es fácil transportarlas fuera de su contexto, por ello aparecen como "espíritu sin letra". Los textos de la filosofía clásica china conocidos están encriptados (a la manera del I Ching), o fuera de contexto, como "letra sin espíritu".
La "letra" del pensamiento clásico chino podría ayudarnos a comprender el "espíritu" de nuestras prácticas anticipatorias vernáculas y, recíprocamente contribuir a asimilar la "letra" de las ideas anticipatorias del pensamiento clásico chino.