por Alan Frenk
"...el lenguaje es un espejo de la mente en un sentido profundo y significativo: es un producto de la inteligencia humana, creado de nuevo en cada individuo mediante operaciones que se encuentran más allá del alcance de la voluntad o la conciencia."
El ser humano se organiza en gran medida en forma lingüística... Es decir, tenemos la tendencia a mirar, escuchar y sentir el mundo según la descripción que hacemos de él.
Los rótulos o nombres que le damos a las diversas situaciones, acciones, ocurrencias y existencias, afectan, o más bien organizan nuestra forma de relacionarnos con lo que recién hemos rotulado.
Como cada uno rotula según su propia experiencia y criterios, el rótulo es subjetivo. Al ser subjetivo no significa que sea equivocado o falso, sino que propio de quien lo considera y utiliza así.
La subjetividad de una descripción o rotulación de algo, nos da la oportunidad de cuestionar la utilidad y/o validez de esa descripción o rótulo. La importancia de esto radica en que la descripción lingüística de algo tiende a definir la emoción o ánimo con que uno vive o se relaciona con aquello que describió y/o rotuló.
Por ejemplo, si defino una actividad o área de conocimiento rotulándola como "difícil..." y a mí no me gusta lo que "es difícil...", entonces tendré una relación llena de emociones no placenteras, con esa actividad o área de conocimiento.
Vamos a algo más concreto. Si me fue mal en una prueba de matemáticas me rotulo a mí mismo como "malo para las matemáticas..." Esta descripción de mí mismo va dificultar todo lo que se relacione con las matemáticas en mi vida. ¿Por qué? Porque si me creí a mí mismo (u otra persona que me lo dijo), entonces así lo crea, concientemente e inconscientemente me consideraré incapaz de hacer bien asuntos matemáticos.
Esto hará que me cueste entender al profesor en clases, porque como siento que soy malo para las matemáticas, y el profesor está hablando de matemáticas, sé que no entenderé bien... porque según mi propio entendimiento soy malo para...
Cuando sea hora de hacer tareas, me dará una lata enorme, porque tengo la sensación que no las voy a entender o lograr hacer bien... ¿Por qué?... ¡Por lo de siempre!... ¡Soy malo para la matemática!