Postura de la filosofía idealista
Postura del positivismo científico-natural
La psicología científicaEl trabajo y la formación de la actividad consciente
El lenguaje y la conciencia del hombre
Teorias sobre la procedencia del lenguaje Humano
Tres funciones principales del lenguaje
Tres funciones principales del lenguaje 1
Tres funciones principales del lenguaje 2
Tres funciones principales del lenguaje 3Trascendencia del lenguaje para la formación de los procesos psíquicos 1
Trascendencia del lenguaje para la formación de los procesos psíquicos 2
La entidad del lenguaje en la formación de la conciencia radica en que éste penetra de hecho en todas las esferas de la actividad consciente del hombre y eleva a un nuevo nivel el curso de sus procesos psíquicos. Por eso, el análisis del lenguaje y del habla (vía de transmisión informativa que utiliza los medios del lenguaje) no cabe considerarlos únicamente como capitulo especial de la psicología, sino que procede estimarlos asimismo como factor de estructuración de toda la vida consciente del hombre en su conjunto. Justamente por eso, el papel del lenguaje o «segundo sistema de señales de la realidad» como lo llamaba I. P. Pávlov, ha de ser considerado como parte culminante de la introducción evolutiva a la psicología.
El lenguaje reestructura esencialmente los procesos de percepción del mundo exterior y crea nuevas leyes para la misma.
Es notorio que en el mundo existe un número inmenso de objetos, formas, matices de color, y, sin embargo, el número de las palabras que designan esos objetos, formas y matices es muy reducido. Esto motiva que al nombrar un objeto, forma o matiz mediante una palabra («mesa», «reloj» o «círculo», «triángulo, o bien «roja», «amarilla»), destacamos de hecho los rasgos esenciales y generalizamos los objetos, formas y colores en determinados grupos o categorías. Esto dota a la percepción humana de rasgos radicalmente distintos a los de las percepciones del animal. La percepción humana se hace más honda, generalizada y permanente, vinculada con el desgaje de los indicios esenciales de la cosa.
El lenguaje cambia en substancia los procesos de la atención humana.
Si bien la atención del animal entrañaba carácter directo, se determinaba por la pujanza y la novedad o la entidad biológica del objeto, guiando de modo automático (involuntariamente) la atención del animal, en cambio con el surgimiento del lenguaje y sobre la base del mismo el hombre se vuelve capaz de dirigir voluntariamente su atención.
Cuando la madre le dice al niño «esto es una taza», ella destaca así dicho objeto entre todos los demás y atrae hacia él la atención de la criatura. Cuando más adelante crece el niño, éste domina el lenguaje (primero el lenguaje externo, y luego también el interno) y se hace capaz de destacar independientemente los objetos nombrados, cualidades o actos, y su atención deviene gobernable y voluntaria.
El lenguaje cambia asimismo esencialmente los procesos de la memoria humana. Sabemos que la memoria del animal depende en gran medida de la orientación directa en el medio circundante y de las motivaciones biológicas, que sirven de refuerzo a cuanto se recuerda con suma facilidad. A nivel humano, por primera vez la memoria basada en los procesos discursivos-, se convierte en actividad mnémica consciente, en la que el hombre se plantea la finalidad especial de recordar, organiza los datos memorables y se hace capaz no sólo de ampliar inmensamente el volumen de la información retenida en la memoria, sino también de retornar al pasado voluntariamente y elegir del mismo en el proceso de recordación lo que en la etapa dada le parece más esencial.
Por primera vez el lenguaje le permite al hombre desligarse de la experiencia directa y asegura el nacimiento de la imaginación, de un proceso que no existe en el animal y sirve de base a la creatividad, orientada y gobernable, cuyo estudio supone un capitulo aparte de la ciencia psicológica.
Huelga decir que sólo en base al lenguaje y con su más estrecha participación toman cuerpo las complejas formas del pensamiento abstracto y generalizado, cuya aparición constituye una de las más trascendentales adquisiciones de la humanidad y asegura el tránsito de «lo sensorial a lo racional», estimado por la filosofía del materialismo dialéctico como salto equivalente por su trascendencia a la transición de la materia inanimada a la animada o al tránsito de la vida vegetal a la animal.
No menos esenciales son las modificaciones que el lenguaje -elevando a un nuevo nivel los procesos psíquicos- aporta a la reestructuración de las reacciones emocionales.
Entre los animales conocemos únicamente acusadas reacciones afectivas que transcurren con la participación rectora de los sistemas sub-corticales y están directamente relacionadas con el buen o mal fruto de su actividad y por entero mantienen su nexo con los requerimientos biológicos. El mundo afectivo del hombre no sólo es inmensamente más rico y no sólo está individualizado con respecto a las motivaciones biológicas; la estimación de las correlaciones efectivamente ejecutables respecto a los propósitos iniciales, la posibilidad de una formulación generalizada del carácter y del nivel de nuestros aciertos y desaciertos, hace que a la par con las categorías afectivas del hombre cristalicen emociones y prolongados estados de ánimo que rebasan en mucho los marcos de las reacciones afectivas directas y que están indisolublemente ligados con el pensamiento del hombre, actividad que fluye unida a la participación inmediata del lenguaje.