El martes, segundo día del experimento, entré a la sala encontrando a todo el grupo sentado en silencio, en la posición de atención. Algunos rostros se veían relajados por sonrisas destinadas a agradar al profesor, pero la mayoría de los alumnos miraba fijamente, mostrando una profunda concentración, con los músculos del cuello rígidos y sin el menor rastro de una sonrisa o de un pensamiento, ni siquiera de una interrogación, tensas cada una de sus fibras, ejecutando su papel. Para librarlos de la tensión, me acerqué a la pizarra y escribí con grandes letras: "PODER A TRAVÉS DE LA DISCIPLINA" y, bajo esta frase, escribí una segunda máxima: "PODER A TRAVÉS DE LA COMUNIDAD".
Mientras el grupo permanecía sentado en profundo silencio, comencé a sermonearlo acerca del valor de la comunidad. A este punto del juego, pensaba en mi fuero interno si debía parar el experimento, o continuar con él. No me había esperado semejante intensidad ni sumisión. De hecho, me sorprendía ver cómo las ideas acerca de la disciplina estaban completamente estatuidas. Mientras seguía planteándome si continuar o no con todo eso, seguí hablando acerca de la comunidad. Inventé historias acerca de mi experiencia como atleta, como entrenador deportivo y como profesor de historia. Había sido una experiencia fácil. La comunidad es ese vínculo entre los individuos que trabajan y luchan juntos, es sentir que se es parte de algo que está más allá de uno mismo, un movimiento, un equipo, la raza, una causa.
Ya era tarde para retroceder, (Ahora puedo comprender por qué el astrónomo mira inexorablemente a través del telescopio). Estaba sondeando cada vez más profundamente en mis percepciones y motivaciones acerca de la acción de grupos y la acción individual. Y aún quedaba mucho por ver y entender. Numerosas preguntas me asaltaban: ¿Por qué los estudiantes aceptaban la autoridad que estaba imponiéndoles? ¿Dónde había quedado su curiosidad o resistencia ante el comportamiento marcial? ¿Cuándo y cómo terminaría todo esto?
Siguiendo con mi descripción de comunidad, dije a mis alumnos que, al igual que la disciplina, las ideas sobre comunidad debían ser experimentadas para ser comprendidas. Para ejemplificar la idea de comunidad, les hice repetir al unísono: "Poder a través de la Disciplina". "Poder a través de la Comunidad". Al comienzo, hice dirigir el coro a dos estudiantes, parados frente al grupo, luego fui agregando estudiantes, hasta que, finalmente, toda la clase recitaba de pie. Fue muy curioso, Los alumnos comenzaron a mirarse unos a otros, sintiendo el poder de la pertenencia. Estaban haciendo algo juntas.
Trabajamos en este simple ejercicio durante todo el período de la clase, repitiendo los lemas en coro, diciéndolos con distintas intensidades, siempre juntos, enfatizando, al mismo tiempo, la forma correcta de sentarse, de pararse, de hablar.
Comencé a sentirme a mí mismo como parte integrante del experimento, gozaba con la unidad que demostraban mis alumnos, era gratificante ver su satisfacción y su deseo de seguir adelante. En cuanto a mí, me era cada vez más difícil sustraerme de la situación y la identificación que estaba desarrollando la clase; estaba siguiendo el dictamen del grupo de la misma forma en que lo estaba dirigiendo.