Ximena Santa Cruz Bolívar
Psicóloga Universidad de Chile
SANTIAGO DE CHILE
Martín de Zamora 5481- LAS CONDES
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La sexualidad es la forma que tenemos de vivir y experimentar nuestro sexo. Con la expresión "Nuestro Sexo" nos referimos a la parte biológica, es decir, nuestros genitales y las hormonas que determinan que seamos y sintamos como hombre o como mujer. La sexualidad se refiere a la forma de sentir, vivenciar y actuar que tenemos hombres y mujeres. Tiene que ver con nuestro cuerpo y las sensaciones que él nos genera desde que nacemos hasta la muerte.
La sexualidad empieza su proceso de formación desde el primer encuentro que el bebé tiene con el mundo, que en ese momento se centra principalmente en su madre. Las primeras vivencias relativas a la sexualidad tienen que ver con el contacto con sus padres y las sensaciones de satisfacción asociadas a este contacto (tomar pecho, dormirse junto a ellos, ser acariciados, etc.).
Así los niños van aprendiendo según como se relacionan sus padres con él, a establecer contacto con el mundo en lo que se refiere a su sexualidad. Por ejemplo, si los padres tienden a acariciar poco al niño éste aprenderá a mantener cierta distancia y establecerá más tarde relaciones con los demás de acuerdo a esta forma de relacionarse que aprendió de sus padres.
De esta manera cada familia formará a sus hijos desde muy temprana edad en una determinada manera de ver su sexualidad, que es única y particular.
La familia juega un rol muy importante ya que determina la forma de percibir y enfrentar el mundo. Según lo que aprendamos en nuestra familia de origen actuaremos y determinaremos lo que es aceptable o inaceptable, para nosotros y los nuestros. En este sentido la familia es fundamental para construir la visión que se tenga de la sexualidad.
En la familia se va aprendiendo lo relativo a esta a través de lo que enseñan los padres, cómo los hijos ven a sus padres vivir su propia sexualidad y cómo se desarrolla la sexualidad al interior de la vida familiar. Todo ésto está inevitablemente determinado por los valores y reglas de la cultura de cada país. En nuestro caso esos valores son cristianos, aún cuando no estemos ligados a ninguna iglesia.
Cada familia establece qué es lo más adecuado o no, para el desarrollo de sus hijos. Una familia puede ser más bien represiva o tradicional frente a la sexualidad y su hijo tener un muy adecuado desarrollo de su sexualidad de acuerdo con los valores que en ella aprendió.
Una familia que valora la expresión y contacto de sentimientos asociados a la sexualidad puede formar hijos con un muy adecuado desarrollo de la sexualidad, pero con valores muy diferentes a los de la familia anterior. Ambos estilos son igualmente válidos, igualmente sanos si las reglas, valores y formas de vivirlas que ellos tienen son congruentes entre sí y las reglas que regulan estas acciones están claras.
Esto quiere decir por ejemplo: que una familia que respeta y busca la privacidad respecto de la sexualidad, no puede intentar cambiar su estilo y tratar de mostrar el desnudo como algo natural. Si lo hiciese la tensión que eso le provocaría tanto a los padres como a los hijos sería muy grande y los desconcertaría a todos. Imagínense a uno de esos padres tratando de pasearse desnudo delante de sus hijos, muerto de vergüenza y muy nervioso. Es mejor entonces que cada familia actúe de acuerdo a como le resulta más natural y cómodo para su forma de vivir la sexualidad.
El desarrollo de la sexualidad en los primeros meses de vida del niño va a estar determinado por la relación de éste con sus padres. Los padres deben estar atentos y responder a las señales a lo que el bebé emite.
Para estimular un desarrollo normal de la sexualidad y sensualidad del niño, es fundamental que ambos padres tengan un contacto físico y afectivo con el niño de una manera natural (sin forzar un encuentro cuando este no sale espontáneo). Al hablar de contacto físico con el niño nos referimos a expresar cariño, afecto y seguridad; al besar, tocar, arrullar, mirar y alimentar al bebé, y esta sensualidad no tiene relación con lo que los adultos reconocemos como contacto sexual. Sin embargo se trata de un aspecto importante en el desarrollo sexual del niño.
El niño tiende de manera natural a explorar su propio cuerpo y el tocarse le resulta grato y placentero, tal como sucede con los adultos.
Esta expresión de la sexualidad de los niños es algo normal y positivo para su desarrollo afectivo y es por ello que es necesario no inhibir su expresión aún cuando nuestras creencias culturales señalen lo contrario.
Es en esta etapa del desarrollo emocional del niño que se pueden prevenir algunas disfunciones o problemas futuros. Por ejemplo un niño que es castigado por tocar su cuerpo con curiosidad, puede tender a sentir mucha culpa e inhibir otras actividades que son normales para su desarrollo sexual llevándolo a tener dificultades emocionales. En este sentido cada familia regulará la forma de expresión de la sexualidad en los niños, de acuerdo a sus creencias y valores.
Otro aspecto que es muy importante para el desarrollo de las familias en lo que se refiere a la sexualidad, es el tema de la intimidad. Esto quiere decir que cada familia tiene su espacio y su definición de entre quienes se permite establecer un contacto más intimo (la pareja; padres e hijos) siempre dejando muy claro que tipo de contacto es el aceptado para cada tipo de relación.
La relación sexual de la pareja es algo propio y muy privado para ellos y si bien la pareja puede hacerse cariño delante de los niños, ellos son los encargados de hacer valer su necesidad de estar solos cuando quieran tener relaciones sexuales. Otro ejemplo es el contacto que se establece entre madre e hijo o padre e hija que permite por ejemplo que entre ellos se besen y se acaricien con mucho afecto y confianza. Este tipo de relación no se tiene con otras personas aún cuando estos otros sean muy queridos y cercanos (por ejemplo abuelos o tíos).
Esta cercanía que es parte del desarrollo de la sexualidad no tiene que ver con un contacto sexual, por muy placentero que sea sentirse cerca el uno del otro (especialmente entre padre e hija o madre-hijo). En la práctica los niños tienen muy claro esta diferencia y establecen la distancia necesaria en forma natural.
Cabe recordar que siempre la familia misma es quien determinará como establece estas normas de acuerdo a su historia y estilos propios.
A través de la imitación el niño o niña van aprendiendo las formas de comportarse de los hombres y las mujeres. Los modelos para aprender son los padres u otros adultos con los que se relaciona en forma estable. Va a depender de estos adultos la forma en que el niño adquiera los roles de comportamiento correspondientes a su sexualidad y a lo que es ser mujer o lo que es ser hombre en su cultura.
Es importante que estos roles o formas de comportarse sean amplios, flexibles y no rígidos. Las conductas distintivas de los hombres y mujeres no están determinadas por sus características biológicas sexuales, sino que estas se aprenden. Es decir, un niño no necesariamente debe ser agresivo, gustar de los autos y/o jugar a la pelota. Igualmente las niñas tampoco deberán ser necesariamente pasivas, suaves y gustar de las muñecas. Este punto es clave para entender que no es conveniente que los padres no castiguen a los niños por presentar actitudes o conductas que ellos consideren que no corresponden a su sexo (ejemplo: "Los hombres no lloran").
No sólo es importante lo que se le enseña al niño en lo relativo a los roles, sino que es muy importante cómo esto se transmite. La forma en que el niño aprenda será la forma en que el viva y transmita, lo relativo a la formación de la sexualidad y los roles femeninos o masculinos.
Durante el proceso de crecimiento los niños van desarrollando una identidad ligada a su propio cuerpo; esto quiere decir que se conocen y son capaces de diferenciar y poner límites respecto a las manifestaciones de cariño aceptando o rechazando aquello que les resulta invasivo o incómodo.
Todo esto puede darse siempre que los adultos estimulen y faciliten la relación del niño con su propio cuerpo. Uno de los elementos claves es el juego en familia; por ejemplo el contacto corporal que hay entre padres e hijos en distintas actividades corporales (jugar a hacerse cosquillas, bañarse juntos, regalonearse).
Una de las dificultades que enfrenta la familia es la de explicar y vivenciar una sexualidad acorde con sus valores.
Hablar de "sexualidad sana" en familia, implicará, una coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.
Esto significa que el tema sexualidad debe siempre, ser un tema abierto, claro y congruente con nuestras creencias y valores.