Sus orígenes más directos se remontan a William Fitzgerald, médico nacido en Connecticut, que después de graduarse en 1895 en la Escuela de Medicina de la Universidad de Vermont, ejerció en Viena y Londres, donde su estudio de la terapia de acupresión le llevó a desarrollar su teoría de la terapia de zonas. Después de regresar a Estados Unidos, continuó sus investigaciones sobre la terapia de zonas, como director de la clínica de otorrinolaringología del hospital St. Francis, en Hartford, Connecticut.
Descubrió que la presión aplicada por los dedos actuaba como un analgésico para diversas partes de la cara, orejas, nariz, hombros, brazos y manos. Utilizando sólo esta técnica de presión con gomas elásticas o pequeñas pinzas, pudo realizar pequeñas operaciones quirúrgicas. El doctor Fitzgerald dividió el cuerpo en diez zonas longitudinales, extendidas a lo largo del cuerpo, desde la cabeza a los dedos de los pies. Propuso que las partes del cuerpo incluidas en cada zona estaban vinculadas por un flujo de energía, por lo que se podían afectar mutuamente.
En 1917, el doctor Fitzgerald y su colega el doctor Edwin Bowers publicaron Terapia zonal, o alivio del dolor en casa, donde describieron su éxito para aliviar el dolor utilizando diversos artilugios en las manos y los dedos. No obstante, con la aparición de la anestesia moderna se desvaneció el interés por la terapia zonal. Aunque no causó un gran impacto en el mundo médico y no resaltó particularmente las zonas reflejas de los pies, preparó el terreno para el trabajo desarrollado a continuación.
El doctor Fitzgerald fue aclamado después como «el descubridor de la terapia zonal» en un artículo titulado «Explicación del misterio de la terapia zonal», eftel que se hablaba de una cena a la que acudió él y una conocida cantante. Los registros altos de su voz se habían apagado y el tratamiento de los especialistas de garganta no obtuvo éxito alguno. El doctor Fitzgerald le examinó los dedos de manos y pies y, al descubrir un callo en el dedo gordo del pie derecho, aplicó presión a la parte correspondiente, en la misma zona. El dolor del dedo gordo no sólo desapareció sino que la cantante pudo superar incluso su capacidad vocal anterior.
Durante muchos años, el doctor Joseph Shelby Riley utilizó la terapia zonal en su consulta, refinando las técnicas de Fitzgerald y añadiendo también sus propios descubrimientos, incluidos los primeros diagramas detallados y dibujos de los puntos reflejos localizados en los pies.