Esoterismo alquímico de Hermes
Se ha aceptado desde los tiempos más remotos que la figura señera y el padre de todo esoterismo es Hermes Trismegisto, «el Hermes tres veces grande». Tanto es esto así que el término «hermético», sinónimo la mayoría de las veces de «esotérico», parte de él.
La figura de Hermes se encuentra entre la historia y la mitología. Para algunos, Hermes fue un rey fabuloso de la época anterior a las primeras dinastías faraónicas. Otros lo confunden con el dios egipcio Toth, dios de la sabiduría, de la ciencia y la magia.
En la mitología griega la figura de Hermes –derivada de sus antecedentes egipcios – tiene unas características muy precisas. Es el hijo de Zeus y de Maya, una de las Pléyades, nacido en una gruta del monte Cileno. Apenas recién nacido, Hermes abandonó su cuna y se dirigió a la región de Tesalia, donde se encontraba su hermano Apolo cuidando los rebaños del rey Admeto. De este encuentro salió Hermes muy beneficiado, pues como su hermano se encontraba un tanto distraído, Hermes no tuvo mucha dificultad en robarle parte de sus rebaños. Llegado a su cueva encontró una tortuga, con cuyo caparazón construyó una lira. Pero Apolo logró enterarse de quién le había robado parte de su ganado, y marchó hacia el monte Cileno en busca del ladrón. No obstante, y a pesar de su justa cólera, no llegó a enfrentarse con su hermano, pues al aproximarse a la cueva escuchó los bellos sones de la lira de Hermes y se quedó tan prendado de aquella música, que no tuvo más remedio que perdonarle. Posteriormente Hermes inventaría también la flauta. Pero además de estas dotes musicales, el dios poseía otras muchas capacidades, teniéndosele por inventor del alfabeto, de la astronomía y otras artes.
No es pues de extrañar que en este Hermes griego se aprecien muchas de las particularidades del Conocimiento que caracterizaron a su posible antecesor egipcio, si bien para la mayoría de los estudiosos del esoterismo, el Hermes helénico, o Mercurio, nada tiene que ver con el fabuloso rey «fundador» del esoterismo, y autor de numerosos tratados herméticos, sin duda apócrifos.