ATLÁNTIDA:

UBICACIÓN GEOGRÁFICA HIPOTÉTICA

Indice Atlántida

De una forma un tanto imprecisa Platón afirma en su Critias que las islas y tierras continentales que formaban el imperio atlántico se encontraban «en la dirección del Norte». Es lógico suponer que si el país de los atlantes estaba formado por una gran isla, rodeada de otras menores, debería hallarse en medio del océano. El mismo Platón afirma que «la Atlántida se encontraba situada delante de las columnas de Hércules». El investigador contemporáneo J. Spanuth afirma, sin embargo, que el Antiguo Testamento y las leyendas griegas atestiguan el origen nórdico de los atlantes.

El imperio atlántico tenía como centro, según Platón, la isla de Basileia, que ocupaba una extensión de unos nueve kilómetros, equivalentes a los cincuenta estadios a que se refiere el filósofo, y en la que residía el gobierno central. Ciertos investigadores han llegado a la conclusión de que la única isla que hay en el mar del Norte, y que se encuentra «en una posición elevada y dominando el mar desde los acantilados», a la vez que está formada por rocas blancas, negras y rojas, es Heligoland, no lejos de la costa alemana de Schleswig Holstein. El ya mencionado J. Spanuth dice: «... Las rocas rojas subsisten todavía; en cuanto a las otras, las blancas (yeso, creta y caliza) se encontraban en el emplazamiento de "Düne" actual. Forman el zócalo de este bajo fondo. En tiempos remotos se encontraban al mismo nivel que las de Heligoland y, como indican los mapas náuticos, en semicírculo alrededor del fondeadero sur, prolongándose hacia el norte.» Por lo que respecta a las rocas negras, aparecían a escasa profundidad, en la prolongación septentrional de la «Düne». Se trata de piedra de alto componente cuprífero, que toma una coloración azul oscura y negra, debido a la oxidación. Hacia el año 5000 a. C. el mar alcanzó Heligoland, y su acción unida a la del hombre causaron la desaparición del yeso y la creta de que estaba formada la isla.

Naturalmente no todos los investigadores que creen, en la existencia de la Atlántida están de acuerdo con este emplazamiento. El británico Aguardan Stachys, por ejemplo, suponía que el fabuloso imperio sumergido se encontraba en las inmediaciones de las islas Azores, a varios miles de metros de profundidad. En su expedición utilizó abundantes medios técnicos. Pero pese al radar y a las bombas submarinas no obtuvo resultado alguno. No obstante los fracasos no parecen desanimar a los investigadores. Uno de ellos llevó a cabo inmersiones en las aguas de las Bermudas, basándose en la información de un aviador americano que patrullando aquella zona durante la Segunda Guerra Mundial aseguró haber visto restos de murallas y de templos sumergidos bajo las aguas. Otro investigador francés preparó una expedición al Sahara, pues pretendía encontrar, en medio del desierto, la gran isla desaparecida de la Atlántida.