En febrero de 1758 Saint-Germain se encontraba en París, procedente según parecía, de Alemania. Llegaba rodeado de una fama de hombre misterioso, cosa que iba a serle de mucha utilidad en la corte francesa.
Al parecer pretendía presentar a la Corona un proyecto revolucionario de tintura de sedas -trabajo que revestía grandes dificultades--, a cambio del cual sólo deseaba obtener unos solares para trabajar en sus experimentos. Pronto logró establecer contacto con el marqués de Marigny, figura muy relevante en la corte, que aceptó sus condiciones, y le cedió como residencia el castillo de Chambord. No obstante, el proyecto no pudo llevarse a cabo porque la guerra de los Siete Años lo impidió.
La estancia de Saint-Germain en Chambord fue, sin embargo, de gran utilidad para el conde. Además de que el lugar resultaba el más propicio para sus trabajos misteriosos -aquel valle del Loira había sido escogido, y volvería a serlo, como emplazamiento ideal por su gran fuerza iniciática, por personajes interesados en el hermetismo-, le permitió también entablar amistades con damas de la más alta aristocracia que le serían muy provechosas.
De todas formas, se sabe bien poco de las actividades a las que se dedicó durante su permanencia en Chambord. En los archivos de Blois hay un manuscrito sobre trabajos alquímicos, en el que figura un apunte de la época que asegura que en el gabinete de Monsieur de Saint-Germain, en Chambord, se encontró el mismo secreto que el que figura en el citado manuscrito. Es posible que las reuniones que mantuvo y los trabajos a que se entregó en esa época tuvieran por objeto otras investigaciones, además de las alquímicas. No es improbable que se dedicara a la magia y al ocultismo. En todo caso, la estancia en Chambord no tardó en concluir, dado que los proyectos que la habían justificado no podían realizarse, y el conde se trasladó a Versalles.
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