La enseñanza de Gurdjieff tenía por meta hacer «despertar» la mente dormida y mecánica del ser humano. Para ello era partidario de ejercitar, entre otras, la «técnica del sobresfuerzo».
Veamos un ejemplo de ésta: Cuando una persona recorre, en las condiciones climatológicas más hostiles, veinticinco kilómetros de duro camino, dominada por el frío y el hambre, y decide, antes de caer agotada en su refugio, recorrer otros cuatro o cinco kilómetros adicionales, esa persona está realizando un verdadero sobresfuerzo.
Pero, sobre todo, para Gurdjieff era necesario que sus alumnos aprendieran a salir de la mecanicidad de sus mentes. El hombre, según él, se halla en una prisión y, si quiere abandonar esa prisión, lo primero que ha de hacer es ser consciente de que se encuentra en ella. Mientras no llegue al convencimiento de esa idea, no le es dable siquiera empezar, ya que se encuentra «dormido». Por lo general, el individuo cree que se halla despierto, ya que puede llevar a cabo una serie de actividades irrealizables mientras se encuentra durmiendo; pero eso no es más que un engaño. De hecho, no hace otra cosa que reaccionar ante una serie de estímulos que le presenta el medio en el que vive; pero lo hace como si fuera un robot. Es necesario mirar hacia adentro para encontrar al yo real, el que nos mantiene en contacto con lo más profundo. Y este yo real, este mirar hacia adentro, no forma parte de la meditación, ni del misticismo, ni siquiera de una autodisciplina física. Es, simplemente, una forma de autoconocimiento. Pero para llegar a él son necesarias ciertas técnicas.
La enseñanza de Gurdjieff-hombre, por lo demás, desmesurado en todas sus manifestaciones vitales- incluía también una visión particular del universo. Éste es, a su juicio, un organismo vivo formado por siete niveles de los cuales el más elevado es la inteligencia suprema. Esos siete niveles constituyen una cadena escalonada a través de la cual se va trasmitiendo la energía, que experimenta un cambio en su naturaleza al pasar de un nivel a otro. Estos niveles son planos de la realidad espiritual, y no mundos físicos.
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