EL INSTITUTO PARA EL DESARROLLO ARMÓNICO DEL HOMBRE

Empezó a dar entonces conferencias tanto en Moscú como en San Petersburgo, sobre lo que había visto y aprendido en sus numerosos viajes por Asia.

Era una actividad que le proporcionaba buenos ingresos y la posibilidad de crear un primer grupo de seguidores, algunos de los cuales le acompañarían durante mucho tiempo. Dispuesto a impartir de forma más intensa y programada su «enseñanza», Gurdjieff compró una hacienda de considerable tamaño cerca de Moscú, en la cual pensaba instalar su «Instituto para el desarrollo armónico del Hombre». Pero entonces estalló la Primera Guerra Mundial y el proyecto se vino abajo. No obstante, había logrado establecer un importante núcleo de alumnos, entre los que se encontraba el matemático P. D. Ouspensky, quien durante mucho tiempo sería su discípulo y colaborador más allegado.

En esos días la situación social y política de la Rusia zarista se estaba deteriorando a pasos agigantados. Ante semejante circunstancia Gurdjieff decidió trasladarse al Cáucaso. En 1917 montó en la localidad de Essentuki su Instituto, y a él llegaron un grupo de seguidores procedentes de Moscú. Entre ellos estaba el ya mencionado Ouspensky, y el matrimonio Hatmann. Pero la enorme crisis que vivía por entonces Rusia no tardó en extenderse al apacible rincón en que se encontraban. La guerra civil estaba en todo su apogeo, y las ciudades pasaban de unas manos a otras en el transcurso de escasos días.

Al referirse a esta época escribió Gurdjieff: «Fue ése uno de los períodos de mayor tensión nerviosa que haya conocido. No sólo tenía que ingeniármelas para conseguir los alimentos de primera necesidad, que casi habían desaparecido, sino que también debía preocuparme por la existencia de un centenar de personas que dependían enteramente de mí».

A la vista de lo que estaba sucediendo, Gurdjieff decidió abandonar la localidad y logró llegar con su grupo a Tiflis. Por tercera vez se montó allí el Instituto y, de nuevo, se reanudaron las conferencias, los ejercicios y las danzas. Pero tampoco en esa ocasión las cosas duraron mucho. En 1920 se había asentado en el país el régimen comunista, que no era precisamente lo que el maestro esotérico veía con buenos ojos.

Un año después se encontraba en Berlín, acompañado siempre de sus seguidores más fieles. Tras una corta estancia en Dresden. desde la que realizó viajes a Londres para formar nuevos grupos de alumnos, Gurdjieff decidió instalarse en Francia; un país que le daba la impresión de ser un estado política y económicamente equilibrado. Además París era para él «la capital del mundo, una encrucijada de todas las razas y naciones. Por tanto, representaba para mí el país más calificado para una extensa difusión de mis ideas».

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