Otra de las constantes más significativas y relevantes de Blake es el amor. Este concepto del amor que el poeta siente con la misma intensidad y rebeldía que sus otras ideas madre, y que defiende en contra de todos los púdicos fariseísmos, cortapisas y prejuicios de su tiempo. Porque para Blake no existe conflicto a la hora de establecer distinción entre el arrobamiento del trance místico y la plenitud de la cópula física.
En esa prístina concepción de un universo en continua y compleja evolución, el arrebato amoroso es siempre único e indivisible.
Blake murió un día del mes de agosto de 1827, tras una vida plena de poesía y pintura, criticada por sus envidiosos adversarios, regida por su Verdad rebelde y siempre sustentada por su espíritu visionario.
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