III. 49 Cuando se llega a una comprensión clara de la diferencia que existe entre "Lo que percibe" y la mente, se conocen los diversos estados de la mente y lo que nos afecta. Así la mente pasa a ser un instrumento perfecto para la percepción sin defecto de todo lo que debe ser conocido.
III. 50 La libertad, fin último del Yoga, sólo se alcanza si se abandona el deseo de adquirir conocimientos extraordinarios y si se domina totalmente la fuente de los obstáculos.
III.51 La tentación de aceptar la consideración social, consecuencia de los conocimientos adquiridos por samyama debe ser superada. De otro modo, uno se enfrenta a las mismas consecuencias desagradables que proceden de todos los obstáculos que se levantan a lo largo de la vía que conduce al estado de Yoga.
III. 52 Practicar samyama sobre el tiempo y su secuencia hace nacer la claridad absoluta.
III.53 Esta claridad permite diferenciar objetos, incluso cuando la diferencia no es, aparentemente, muy clara. Una semejanza aparente no debería desviarnos de la percepción diferenciada de un objeto elegido.
III. 54 Una claridad tal no excluye ningún objeto, ninguna situación particular, ningún momento. Esta no es resultado de la lógica ordenada. Es inmediata, espontánea y total.
III. 55 La libertad es aquella situación en la que la mente está en identidad total con "Lo que percibe".