Jaime Hales
Consulte en forma gratuita el tarot en línea.
Solicite una consulta personalizada de tarot.
Las tradiciones esotéricas –iniciáticas tradicionales o de raigambre cristiana– se han desarrollado en ámbitos secretos. Ligadas al poder en los cuatro mil años antes de Cristo, tanto las administraciones sacerdotales como las agrupaciones con respaldo oficial cuidaban el secreto para que el conocimiento "verdadero" no quedara al alcance de cualquiera, pues como se ha probado, produce distorsiones y puede traer daños.
El secreto se mantuvo en la Roma Imperial, cuando estos conocimientos quedaron al margenuna vez que se produjo la alianza entre la emergente religión cristiana y las estructuras decadentes del imperio. La persecución arreció contra todo el que osare invocar a Dios fuera de los ámbitos oficiales, ya que salirse de ellos era considerado propio del demonio, fueran otras religiones, filosofías, o conocimientos esotéricos.
En el Renacimiento y en los dos siglos siguientes, la persecución disminuyó y se abrieron espacios que fueron ocupados por la ciencia y el pensamiento racional, dejando de lado el pensamiento esotérico. Filósofos, magos, alquimistas, numerólogos, cabalistas cristianos y judíos, científicos, escritores, artistas, llevan una doble vida. La oficialidad, por una parte y, por otra, la búsqueda del origen profundo de las cosas y la propuesta de desarrollo integral hacia la divinidad.
El conocimiento esotérico pasea por el subterráneo de la historia para no ser sometido o aplastado. El siglo XIX confronta al racionalismo y las llamadas ciencias positivas con el pensamiento esotérico, permitiendo a éste salir de sus escondites y participar de los salones de la vieja Europa. Grupos esotéricos vinculados a la política (las logias), la apertura a la India incentivada por H. P. Blavatsky, el contacto con pueblos de oriente medio y el clima de mayor apertura, sustituye las antiguas represiones por meras descalificaciones y el debate se centra entre lo que las ciencias validan en el laboratorio y lo que éstas no pueden asegurar. Entonces, se considerará mero embuste aquello que escapa a las pruebas fehacientes.