Formación de la sexualidad en la familia de origen
Desarrollo de la sexualidad en los niños
Familia, sexualidad e intimidad
Mitos, temores y creencias respecto a la sexualidad femenina y masculina
Formación de la sexualidad o explicación sobre la reproducción
La sexualidad empieza su proceso de formación desde el primer encuentro que tiene el bebé con el mundo. Las primeras vivencias tienen que ver con el contacto con sus padres y las sensaciones de satisfacción asociadas: tomar pecho, dormirse junto a ellos, ser acariciado, etc.
Así los niños aprenden patrones de relación de sus padres, es decir, aprenden a relacionarse con su cuerpo y su sexualidad reproduciéndolas de los adultos con que crecen.Por ejemplo, si los padres tienden a acariciar poco al niño éste aprende a mantener cierta distancia y se relacionará con los demás de acuerdo a este patrón que aprendió.
La familia juega un rol clave ya que define la forma de percibir el mundo y la visión de la sexualidad.
Según lo que aprendemos en nuestra familia de origen actuamos y determinamos lo que es aceptable o no para nosotros. En la familia se aprende sobre sexualidad a través de lo que enseñan los padres, pero sobre todo por cómo los hijos ven cómo se desarrolla la sexualidad al interior de la vida familiar.
Por otro lado, cada familia establece qué es más adecuado para el desarrollo de sus hijos. Una familia puede ser tradicional frente a la sexualidad y tender a formar sin transmitir a sus hijos los aspectos sensuales y eróticos, por considerarlos propios del mundo adulto o poco aceptables generalmente asociado a creencias religiosas en la que la castidad es un valor preciado.
Aún cuando la familia no transmita estos aspectos la formación de la sexualidad sigue su curso y los niños se nutren de información en otros espacios como: el grupo de pares y los medios de comunicación social. Es así como algunos hijos forman su sexualidad con valores diferentes y a veces opuestos a los que conocen en su interacción con la familia de origen.
Una familia que valora la expresión y contacto de sentimientos asociados a la sexualidad puede formar hijos en forma armoniosa, vinculándola como un aspecto natural de su biología. En ellas, no se aprende a esconder la sexualidad o la sensualidad y se la vive como un aspecto cotidiano y fluido. En estos casos los hijos encuentran en el espacio familiar las respuestas necesarias para su desarrollo y no necesitan fuentes externas.
Desde esta perspectiva todos los estilos educativos son válidos siempre y cuando los valores y formas de vivir sean congruentes entre sí y, las reglas que regulan estas acciones estén claras. Ello implica conversar sobre la existencia de otras formas de concebir la sexualidad y seducir a los hijos en nuestro marco de valores mostrándoles las ventajas y las experiencias positivas que puede traer para su vida futura.
Tampoco es conveniente elegir un modelo educativo contradictorio al modelo en que se vivió de niños, ya que primero es necesario ser capaz de aplicarlo. Por ejemplo, una familia que respeta y busca la privacidad no puede intentar cambiar su estilo y mostrar el desnudo como algo natural. Si lo hiciera, la tensión que la situación puede provocar tanto a padres como a hijos sería grande. Imagínense a uno de estos padres paseándose desnudo delante de sus hijos, muerto de vergüenza.
En este caso se corre el riesgo de modelar el temor y nerviosismo frente al desnudo más que la naturalidad. Lo que se enseña a través de modelaje es más fuerte que el contenido mismo.
Es preferible entonces que cada familia actúe de acuerdo a lo que es más coherente para su forma de vivir la sexualidad.