Hace algunos años, Patrick Rivers escribió un libro que se tradujo al castellano como Vivir Mejor con Menos , en él, el escritor nos relata la experiencia de una persona (el mismo autor) que queda sin trabajo y decide irse a una granja con su esposa y llevar una vida lo más autárquica posible. De esta experiencia Rivers ofrece consejos prácticos que van desde el ahorro de energía hasta recetas de cocina que permiten llevar una vida más sana, económica y feliz.
El ganar más para poder gastar más en cosas y experiencias es una de los círculos viciosos característicos de nuestra forma de vida. Comprarnos cosas es, quizás, una manera de compensar la falta de sentido que encontramos en nuestro trabajo y lo que hacemos día a día. En este círculo un mayor nivel de ingreso asociado a un mayor bienestar, involucra mayores compromisos para mantener esa posición, lo que a su vez requiere mayores ingresos y así sucesivamente.
Hoy, con dinero, pareciera estar todo al alcance de la mano. Con dinero es posible comprar una casa en un buen barrio, un(os) buen(os) auto(s), poner a los niños en un buen colegio. Si es necesario completar nuestra formación profesional la oferta de postgrados, magíster, MBA, o doctorados es inacabable. En un mundo globalizado si es necesario aprender idiomas, tampoco es una dificultad. Y en el campo de la espiritualidad, si la alternativas tradicionales no nos convencen, podemos acceder a iniciaciones de todo tipo, prácticas chamánicas, experiencias con plantas de poder que nos permiten acceder a otras realidades, en fin, la lista puede hacerse interminable.
Sin embargo, ese esquivo momento, en que abríamos un sencillo paquete con un más sencillo regalo, en que nuestro corazón ansioso y nuestros ojos expectantes, descubrían la magia de un pequeño regalo que para nosotros era un mundo por descubrir, está cada día más ausente de nuestras vidas. Ese momento en que toda la magia y el encanto de la navidad se reflejaba en nuestros ojos y en los de nuestros padres.
Con qué deseos cambiaríamos todos nuestros logros económicos por revivir esos momentos.
¿Podremos en algún momento mirar a nuestro alrededor y evaluar qué es lo realmente importante para nuestra vida, qué es una necesidad y qué es solamente un deseo?
Nos dejamos seducir por la ilusión que genera el dinero, en su inacabada y siempre incumplida promesa de satisfacer todos nuestros deseos. Más aún, en la medida que está ilusión se hace permanente se constituye en realidad para nosotros.