¿Qué tan real es la realidad? Esta pregunta que todos nos hemos hecho en algún momento tiende a ser desplazada por la fuerza demoledora de la rutina diaria que nos obliga a renunciar a esas primeras experiencias de infancia, donde la intuición y el acceso a mundos mágicos y encantados, eran algo cotidiano. El fuerte entrenamiento en la lógica y por consiguiente el predominio casi absoluto del hemisferio izquierdo del cerebro dictan sentencia: nada de ingenuidad, hay que volver a hacer lo suyo. Y así las cada vez más escasas experiencias de otros mundos y otras realidades van quedando definitivamente en el baúl de los recuerdos. Muchas veces las preguntas fundamentales de la vida se intentan explicar a través de la razón, en circunstancias que el camino más apropiado es la experiencia directa, a través del acceso a otras percepciones o a otro dominio de experiencia que más dicen relación con el hemisferio derecho.
La tradición oriental ha tratado in-extenso, este tema y hoy día, sin la intención de tratarlo en profundidad, por cierto dejando un amplio conjunto de aspectos sin cubrir en estas líneas, nos importa mencionarr algunos puntos que podrían contribuir a ampliar la comprensión de nuestra percepción de la realidad.
Para algunas filosofías orientales como el Sâmkhya y el Yoga el mundo es real y no ilusorio como lo es para el Vedanta, sin embargo, si el mundo existe se debe a la ignorancia del espíritu, en cuanto este se ignora en su propio ser y por esta razón de orden metafísico, sufre y queda atrapado en esta percepción. En esta visión cuando el último Si-mismo recobre su libertad, la creación en su conjunto se reabsorberá en la sustancia primordial.
Para estos sistemas de pensamiento, las causas de la miseria humana residen en la ignorancia y nada tienen que ver con un castigo divino o pecado original.
Por esta razón, el fin ultimo de las filosofías, místicas y técnicas yóguicas de la india es la liberación y por esa misma causa conceden una importancia primordial al conocimiento.
Para el Sâmkhya quien quiere obtener la liberación debe conocer a fondo la esencia de la naturaleza y las leyes que ordenan su evolución.
El Yoga acepta también este camino pero introduce una dimensión práctica de desarrollo físico –espiritual, que permite trascender estos niveles de consciencia y por ende está comprensión de la realidad.