Desde esta mirada se entiende que el concepto salud y enfermedad, desde la psicología es lo socialmente definido por un grupo pequeño y poderoso acerca de lo adecuado e inadecuado. Según Maturana, la enfermedad psicológica se genera cuando hay una red de conversaciones repetitivas y recurrentes que establecen dinámicas de sufrimiento en un cierto contexto. Más específicamente se podría hablar de evaluaciones sociales de contradicción emocional por intentar satisfacer expectativas contradictorias, las cuales son aceptadas como legítimas. Estas se dan en nuestro lenguajear y emocionar, en las cuales se van generando redes de conversaciones que posibilitan el sufrimiento o la "enfermedad". Por ejemplo, cuando una familia consulta, trae a la mano un padecer que implica conversaciones que son contradictorias a las conversaciones que definen a la familia como tal.
Esta es una perspectiva muy interesante, ya que el foco está puesto en las interacciones y dinámicas que se generan en una constante construcción de experiencia a través del lenguaje. Pero no sólo es una mirada sistémica en ese sentido, sino también es de cibernética de la cibernética porque el terapeuta pasa a ser parte del sistema que está observando. Su rol es un generar cambio a través de las perturbaciones que genere en la familia y de la posible desintegración de su organización que está trayendo un sufrimiento a la mano. Otra característica fundamental, es que la terapia es un proceso de co-construcción, en donde se construye en conjunto la problemática, desde la experiencia de la familia y del terapeuta, el cual no puede dejar de lado la suya al ser parte de este nuevo sistema.
Es el único mecanismo interaccional que puede producir un cambio, desde una objetividad entre paréntesis. Para lograr aquello se debe primero indagar en la epistemología del consultante, su concepción de mundo, sus creencias, lenguaje, etc. Además, es importante estar atento a las explicaciones que da acerca del terapeuta, la terapia, y de todo el proceso en general. En ese sentido, se genera una dinámica en donde se invita al paciente o familia al cambio, considerando la plena libertad de aceptar o rechazar. Todo cambio que se facilite debería ser según las reglas del sistema, no del terapeuta.
Por lo tanto, yo creo que éste no debe situarse en una posición de autoridad, como en lo hacen en modelos más tradicionales, sino que deben situarse en un terreno común, de co-construcción de significados, necesidades, problemáticas, conflictos, etc. En otras palabras, el terapeuta y la familia van generando realidades a través del lenguaje. Nunca debemos olvidarnos de que estamos en una visión de totalidad, circularidad y curiosidad.