La Cibernética de Segundo Orden supone también la presencia de la ética y la responsabilidad, cosa que la Cibernética de Primer Orden no realiza. Esto se explica porque desde una perspectiva ética se admite el nexo entre el observador y lo observado, lo que conduce a examinar cómo participa el observador en lo observado.
Hay que hacerse responsable desde dónde uno mira, ya que se toma una decisión de cómo mirar haciéndonos cargo de ella, se ve el "territorio con ese mapa". Esto va a repercutir en que no se va a saber si la realidad es así, porque va a ser mi elección que estará dada o gatillada por mi emoción.
Esta cibernética nos provee una visión de autorreferencia y consideraciones éticas sobre la manera en que participamos en la construcción y mantenimiento de nuestro universo de experiencia (Keeney, 1987). Es decir, se pasa desde un pensamiento bidireccional a un pensamiento sistémico mutualista, de la preocupación de las propiedades de lo observado al estudio de las propiedades del observador. Las propiedades del observador son esenciales a la hora de describir y conocer la realidad, en base a ella el observador va a conocerla y a darle características.
Un aspecto que me parece muy interesante para discutir es la terapia vista desde la Cibernética de Segundo Orden. Antes de la existencia de esta cibernética, las terapias se llamaban Terapias Familiares, pero con el surgimiento de ésta pasan a llamarse Terapias Sistémicas.
La diferencia entre ellas es que la Terapia Sistémica considera a la familia como un sistema de comunicación y relaciones que le dan sentido y permiten comprender los comportamientos de los nudos individuales de ese sistema (Rodríguez de Rivera, 2007). Se puede decir que la terapia sistémica se centra en el paciente no en solitario, sino en su contexto social primario: la familia (Halbwirth, 2007).
Es por esto, que la terapia vista desde esta perspectiva, le da énfasis al papel que tiene el terapeuta en cuanto a la responsabilidad que posee a la hora de considerar desde dónde está mirando la realidad y cómo lo está haciendo. Es en este sentido, que el terapeuta debe tener cuidado de no llevar siempre "su" realidad a la terapia, ya que sus emociones no van a ser las mismas que las que tienen la familia. Sin embargo, las puede tener en cuenta, sólo si es que le hacen sentido a la familia.