Las conferencias de Whidden - Noam Chomsky (1975)
Enero de 1975, McMaster University.
l. Aristóteles, Posterior Analytics 2. 19 (ed. McKeon, 1941), pp.184 l86.
2. Cudworth ( 1838), p. 75. Salvo indicación contraria, las citas que siguen en este párrafo provienen del mismo lugar: respectivamente, pp.65, 51, 49, 87, 122I23.
3. Liebniz, Discurse on Metaphysics (trad. Montgomery, 1902), p.45 Para un punto de vista similar, véase Cudworth (l838), p. 64. Para las citas. y para una mayor discusión, véase Chomsky (1966), 4.
4 Cudworth, True lnlellectual System of the Universe, citado por Lovejoy (1908).
S. Lovejoy (1908).
6. Henry More, «Antidote Against Atheism», citado por Lovejoy (1908).
7. Gregory (1970). Gregory, sugiere además que la gramática del lenguaje «tiene sus raíces en las reglas cerebrales que ordenan los esquemas retinales en terminos de objetos», es decir, «en una operación de aprehensión en la que el hombre hace efectivo» el desarrollo del sistema visual en los animales superires. Esto parece cuestionable. La estructura, uso y adquisicion del lenguaje parecen implicar propiedades especiales que, por lo que ahora sabemos, no son localizables en ninguna parte. El lenguaje se basa en propiedades del hemisferio dominante que tamhién pueden ser muy especializadas. No parece que exista ninguna relación obvía con la estructura de la corteza visual en un sentido relevante, aunque se sabe tan poca cosa que uno sólo puede hacer especulaciones. No está muy claro por qué raz6n debería esperarse encontrar una explicación evolucionista del tipo que sugiere Gregory. Para mayor informaci6n sobre estas cuestiones, véanse los capítulos de R. W. Sperry, A. M. Liberman, H.L. Teuber y B. Milner en Schmitt y Worden (1974).
8. Esta opini6n, divulgada en los últimos años por B. F. Skinner, es extraña a la ciencia o a cualquier investigación racional. Las razones de su popularidad deben explicarse sobre bases extracientíficas. Para mayor discusi6n, véase mi trabajo «Psychology and Ideology», recogido en Chomsky (1973b); también Chomsky (1973c) ; y la discusión sobre el liberalismo y el empirismo en Bracken (1972, 1973a).
9. Antoine Arnauld (1964), p. 36. Sobre la importancia de considerar «el lenguaje como un fenómeno biológico [comparable] a otros fen6menos biológicos» y algunas de sus implicaciones para la epistemología y para la filosofía del lenguaje y del entendimiento, véase Moravesik (1975b).
10. Véanse, por ejemplo, las referencias de la nota 8. He de volver sobre esta cuesti6n en el capítulo 3.
11. No debe confundirse la apropiación con el control, ni es lícito identificar las propiedades del uso del lenguaje aquí indicadas (lo que en otros lugares he denominado «el aspecto creativo del uso del lenguaje») con las propiedades recursivas de las gramáticas. El no saber mantener la distinción entre estos conceptos tan diferentes ha sido causa de mucha confusión. Para una discusión del aspecto creativo del uso del: lenguaje en la teoría racionalista, véase Chomsky (1966) y (1972a).
12. Por TA entiendo aquí el sistema de TA(O,D)s, dado O y siendo D un dominio arbitrario. Según la terminología sugerida, cada TA(O, D) construye una estructura cognitiva. Actuando conjunta y recíprocamente, las TA(O,D)s para un determinado O forman un estado cognitivo.
13. Por ello no voy ni a plantear la cuestión posterior de si hay algo que decir acerca de M2 (EC, estímulo condicionante), a saber, un posible mecanismo general que abarque los estados cognitivos y que podría denominarse una «teoría general de la conducta».
14. Véase Eimas et al. (1971) y las referencias de la nota 7 más arriba.
15. Así, consideramos la capacidad cognitiva como el conjunto de tales dominios con cualquiera que sea la estructura posterior que pueda tener este complejo.
16. Considérese el argumento de Bourbaki según el cual «en realidad, la masa de nociones matemáticamente significativas puede analizarse con provecho en términos de unas pocas estructuras básicas tales como los grupos o los espacios topográficos. Ellos consideran este hecho como un descubrimiento acerca de nuestro pensamiento...» (Kreisel, l 974).
l7. Anthony Kenny, «The Origin of the Soul», en Kenny et al. (1973).
l8. Imaginese una hipotética forma de la afasia en la que el conocimiento resulte ileso pero todos los sistemas que impliquen actuación, esto es, la puesta en uso del conocimiento, resulten perjudicados. Para una discusión de esta cuestión, véase Stich (1972) y Chomsky y Katz (1974)
19. Asi pues, mi uso del término «capacidad cognitiva» (p. 11) podría resultar equívoco, aunque no he sabido hallar otro término que tenga menos posibilidades de inducir a error.
20. En otro lugar he expuesto las razones por las que creo que las criticas modernas de Ryle y otros sobre el «mito de Descartes» yerran el tiro. Cf. Chomsky (1966), p. 12; (1972a), p. 13; (1975a).
21. Sobre esta cuestión, véase el capítulo 4. También Chomsky (1972'), pp. 9() y ss.; (1971), pp. 20 y ss.
22. Para evitar malentendidos, no estoy haciendo la absurda sugerencia de que la ciencia debería estudiar lo que es familiar y tópico antes que buscar datos quizas exóticos que arrojen nueva luz sobre principios mas profundos. En el estudio del lenguaje, no menos que en física, ello equivaldría a un programa derrotista. Teorías muy diferentes pueden llegar a abarcar un gran número de fenómenos familiares; es generalmente necesario buscar datos poco usuales que permitan distinguirlas. Para poner un ejemplo, los modismos de las lenguas naturales son, por definición anormales, pero la capacidad de tratar su carácter y sus peculiaridades que presentan diversas teorías lingüísticas se ha demostrado a menudo bastante relevantes para distinguir empíricamente entre esas teorías.
23. Adviertase que las nociones «correcta» y «adecuada» todavía deben precisarse, en tanto que propiedades biológicas de los seres humanos, aunque no es un problema excesivo establecer ciertos límites razonables.