Así el individuo es conducido de regreso al uno mismo. "Por lo menos sé que soy yo. Yo decido lo que quiero hacer, y lo que hago. Eso es real." ¿Pero, lo es? Si le hablo a un conductista me dice: "No eres nada excepto la suma de las respuestas condicionales que emites. Y todo lo demás es ilusión. Bueno finalmente tenemos la realidad. No soy otra cosa que un robot mecánico. ¿O es eso todo? ¿De donde provienen mis sueños? Tal vez tal cosa pueda ser explicada. Entonces pienso en Jean, la mujer que me contó que su hermana gemela estaba manejando por una ruta familiar rumbo a casa cuando Jean despertó en medio de un pánico de certidumbre. Telefoneó a la policía de carreteras y les dijo: "Ha habido un accidente en tal y cual carretera. Es un auto blanco con esta patente y una conductora que va sola." Hubo una pausa el oficial dijo con voz intrigada y levemente de sospecha: "Pero ¿cómo lo sabe usted señora? Nosotros recibimos el informe del accidente solo hace dos minutos." ¿Que hacemos con esta clase de realidad?
Este pequeño episodio abre un completo tren de pensamiento sobre los mundos interiores y las "realidades separadas" ¿Qué hacemos con la visión o sueño que Carl Jung (1961) tuvo a la edad de tres años? Vio una enorme y misteriosa caverna subterránea, con todas las luces enfocadas sobre un gran pilar de carne con algo como una cabeza al tope entronizado en una silla regia. Pasaron cincuenta años hasta que comprendió plenamente esta experiencia cuando descubrió esta misma visión en los rituales fálicos de tribus primitivas. ¿Cómo es que le sobrevino esa visión a la edad de tres años? ¿A qué mundo real pertenece este fenómeno?
Lean la historia de Robert Monroe (1971), un comerciante cabeza dura, que después de algunas experiencias desconcertantes se encontró a sí mismo una noche flotando por el techo de su habitación mirando hacia abajo su propio cuerpo y el de su esposa. Su narración de esta experiencia en la que habla del miedo inicial y luego la creciente voluntad de hacer viajes fuera del cuerpo, es estremecedora y a menudo muy convincente. Uno no puede evitar el rumiar la pregunta: ¿Qué "realidad" puede abarcar tales experiencias, así como las experiencias reales que conozco?
¿Y que pasa con Don Juan, el indio Yaqui sin edad que, le abrió nuevos mundos, íntegros al obstinadamente escéptico antropólogo Carlos Castaneda? Mundos de acontecimientos mágicos, de vuelos por el aire, de una realidad no corriente donde la muerte no es diferente de la vida, donde el "hombre de conocimiento" tiene un espíritu aliado, donde lo imposible es experienciado. Sus propias experiencias fueron suficientes como para forzar a Castaneda (1969, 1971) a reconocer que existen realidades separadas completamente extrañas al pensamiento de la mente científica moderna.