Definiendo mi propia epistemología y los modos que tengo de ver mi vida, me he dado cuenta que comparto muchos puntos con Humberto Maturana y su visión matrística de la sociedad, principalmente, lo referido a la aceptación de las visiones de los otros. Es la parte que define a Maturana como constructivista, pero que a la vez le da un enfoque sistémico al mundo, donde todos conviviríamos en un sistema global (Maturana & Verden-Zoller, 1997). Lo matrístico es visto en primera instancia desde un punto de vista histórico. La cultura matrística existió hace miles de años en diferentes culturas de toda la tierra. En este último tiempo gracias a las excavaciones arqueológicas y a los avances en la ciencia, se han desarrollado diversos estudios respecto a la visión de mundo que tenían los pueblos occidentales (europeos y del medio oriente) por aquellos tiempos (Eisler, 1987). Actualmente lo matrístico, es una forma de vida y de relación con la naturaleza y todo lo que nos rodea. Se basa en la aceptación y en el amor. En el descubrir que estamos insertos en una cultura muy competitiva y la alternativa matrística, propone valores que van más allá de logros, metas, competencias y negación.
La sociedad actual es parte de un sistema sociocultural que se ve englobado por diversas características, siendo una de ellas el patriarcado. Dicha visión de mundo, es la que hace que nos limitemos, neguemos y nos apropiemos de la verdad. No hablo necesariamente de cosas conscientes, sino que también (como desarrollaré más adelante) de situaciones inconscientes que afectan a las personas. Esto se da desde la política, la religión, la filosofía (por la parte ética), y por diversas disciplinas. El asunto es que la negación es pan de cada día en nuestra sociedad. Todos los días vemos a aceitosos políticos que intentan hacernos tragar azúcar cuando somos diabéticos, y que otros nos dan sal por montones cuando tenemos la presión alta.