Conflictos del Modelo tradicional
La producción teórica de esta última década en torno a la masculinidad (Kaufman, 1997; Marqués, 1997; Viveros, 1998; Kreimer, 1991, entre otros), señala el costo emocional y el precio que deben pagar los hombres para el mantenimiento de esta "identidad masculina," suponiendo una serie de dificultades que han sido denominadas "crisis de la masculinidad." Connel plantea que habría una tendencia a la crisis de un orden de género como un todo (Connel, 1997). "Los referentes de la masculinidad dominante, sus atributos y mandatos sociales en que han sido socializados los varones y que forman parte de su identidad se enfrentan a un contexto social que los pone en jaque. El hombre ya no es la persona irremplazable, no es la ley indiscutible dentro del hogar. El destino que les suponía ser hombre adulto ya no está asegurado." (Olavarría, J., 2001)
Los hombres se encuentran desafiados en sus roles tradicionales, lo que está relacionado con importantes transformaciones sociales, económicas e ideológicas, como son el acceso de la mujer a trabajos que antes eran de los hombres, y a niveles de educación cada vez mayores, lo que lleva a que las relaciones y dinámicas que se daban tradicionalmente en la familia se encuentren cuestionadas. "Un aporte relevante lo ha representado el movimiento feminista y dentro del mismo, la categoría de género, desarrollada como un cuestionamiento de la vivencia de la sexualidad en términos de poder y de la maternidad como proyecto único de las mujeres" (Figueroa, 1998, p. 6).
Estas asignaciones de roles se ven tensionadas cuando la mujer manifiesta deseos de querer incorporarse al mundo laboral, recibiendo varias de ellas actitudes de rechazo y conductas de boicot y hostigamiento desde sus parejas, alianzas encubiertas con los hijos para así restringir la autonomía de la mujer, y "devolverlas" al espacio del hogar. Cómo por ejemplo, una baja brusca del rendimiento del hijo/a o problemas de conducta del hijo/a, con la siguiente culpabilización a la mujer, el recurso de "tener un nuevo hijo" por iniciativa del hombre, ir a celarla al trabajo, ponerle "caras largas" cuando llega del trabajo o de otra actividad, no hacer nada de las tareas domésticas y descuidar por olvido a los hijos, entre muchas otras.
A pesar del bajo porcentaje de familias en que se presenta que el hombre es el sostén económico del hogar y la mujer ama de casa, sigue predominando ideológicamente. Aún cuando la madre trabaje fuera de la casa, se le sigue asignando la responsabilidad de los hijos y de tareas domesticas, pasando a un segundo plano sus necesidades personales y/o profesionales.
Ante una sociedad dinámica, con transformaciones a muchos niveles de relación, pero a la vez con estructuras que buscan perpetuar las relaciones tradicionales, es necesario plantear que al interior de las familias deben desarrollarse (si no se encuentran presentes) relaciones flexibles, cooperativas y solidarias entre sus miembros y en especial en la pareja. Esto permite una mayor fortaleza en el afrontamiento de problemas generados a partir de sus propias dinámicas de crecimiento, así como los que devienen de una relación con una sociedad que esta en un progresivo proceso de transformación.