La berenjena es conocida desde la antigüedad y se supone que es originaria de la India. Al principio de nuestra era se propagó a los países vecinos, lo que se conoce por los trabajos de Avicena.
En escritos chinos antiguos se registro su uso desde el s. VI. Se conocía en África del Norte desde muy temprano y también fue utilizada por los antiguos egipcios.
La berenjena tiene múltiples propiedades medicinales. Se le atribuye la capacidad de disminuir la cantidad de colesterol en sangre, gracias a lo cual retarda el proceso de ateroesclerosis, es hematoprotector, antianémica y mejora el trabajo de los intestinos. Contiene sustancias del complejo B; C; PP; caroteno; sales de potasio, calcio y fósforo. De igual modo, es portadora de de pectinas, que posibilitan la expulsión de toxinas del organismo.
Contiene de 2 a 3 % de azúcares; 1 a 1,5 % de proteínas y 91 % de agua.
Son diuréticas y laxantes y deben consumirse maduras, porque sus frutos verdes contienen solanina, una sustancia tóxica que se destruye con el calor.
Las berenjenas contienen una gran cantidad ácido clorogénico, un compuesto fenólico antioxidante que protege las células contra la degeneración, según un estudio del Servicio de Investigación Agraria de EEUU (ARS). El ácido clorogénico es una sustancia de la familia de los fenipropanoides, substancias comúnmente producidas en las plantas que las protegen del stress y las infecciones.