De la misma manera como Penfield encontró el cuerpo representado en la corteza cerebral motora y sensitiva, Tomatis plantea la existencia de una representación sonora del cuerpo en la cóclea la cual se proyecta tonotópicamente en la corteza temporal auditiva. Esta proyección sonora del cuerpo en la corteza cerebral -cilio por cilio, como un caracol desenrollado-, permite tener mayor conciencia del cuerpo y la cabeza.
Desde un punto de vista embriológico, dice Tomatis, la cabeza se proyecta metaméricamente en la cóclea y como la cabeza representa al hombre en su totalidad, la cóclea resulta ser el reflejo más elaborado de la imagen del cuerpo puesto que todo esta integrado a nivel del sistema nervioso cefalizado.
La coclea tiene la forma de un caracol y en su interior hay como una alfombra en espiral que va de afuera hacia el vértice interior y esta llena de unos pelitos llamados cilios (células sensoriales de Corti).
El hombre está enroscado en este caracol con la cabeza en la parte más externa, donde se encuentran la mayor cantidad de cilios, y el resto del cuerpo se prolonga hacia el interior y hacia arriba donde hay menos células nerviosas.
Los cilios no están repartidos en la misma cantidad para captar las diferentes frecuencias. Hay unos 100 para las frecuencias graves, alrededor de 500 para las frecuencias medias (entre 1000 y 4000 hertz) y más de 20.000 cilios para las frecuencias agudas (sobre 8000 hertz).
Por esta razón los sonidos de baja frecuencia tocan el cuerpo y tienden a moverlo estimulando la descarga física y energética. Los sonidos de alta frecuencia tienden a energizar el sistema nervioso debido a la gran cantidad de cilios que son excitados.
Tomatis se dio cuenta que cuando nuestro cerebro está bien energetizado la persona puede enfocar, concentrar, organizar, memorizar, aprender y trabajar por largos periodos de tiempo, casi sin esfuerzo.
Por otro lado, sabemos que cuando el vestíbulo no funciona bien los niños hiperactivos se mueven constante e inconscientemente para dar energía a su cerebro sin lograr alcanzar su objetivo.
La música de Mozart tiene una gran cantidad de sonidos de alta frecuencia que cargan el cerebro y debido a las características de su orquestación y de sus ritmos también estimulan el vestíbulo.