El 17 de diciembre se conmemora en Konya, la fecha de la muerte de Mevlana Rumi, poeta, filosofo que vivió alrededor del 1200.
Miles de personas se reúnen en un estadio para compartir la ceremonia del Sema. Allí en un círculo central, entre 25 y 40 hombres giran de blanco con la mano derecha mirando el cielo y la izquierda la tierra. En una reciben de Allah, con la otra entregan a la humanidad.
Una orquesta con la misma cantidad de músicos ejecuta, mientras el canto y la danza se suceden.
Todos los corazones laten al unísono en la emoción del giro blanco. Los pensamientos desaparecen, la unidad se instala.
Todo gira. La vida, el aire, la sangre, el viento.
Es entrar en el espacio sin tiempo del origen.
Sin identificación civil, sin fronteras. El placer de la comunión en un amor sin sexo. La ruptura de los límites del cuerpo. La salida por fin de la cárcel de los huesos. La tan ansiada libertad de Ser.
La música y el silencio. La quietud y el movimiento. La esperanza del retorno. El recuerdo y afirmación de la Presencia en el presente.
Cuando hablamos de sanación también hablamos de curar la soberbia, enfermedad que como una peste invisible destruye sin cesar a los aparentemente "sanos".
Las vibraciones de emociones desencontradas con el principio de armonía y amor del universo, generan espacios propios en el cuerpo físico y el cuerpo social. Librando su guerra para ganar nuevos espacios destruyen los antecedentes del pasado.
Quizás por ello, es que los ancianos son poco queridos y marginados en las sociedades occidentales.
La desconexión garantiza ilusoriamente el fortalecimiento de la individualidad. Quizás por ello, los auriculares y la música estridente.
Estimulados por la propaganda televisiva, los medios de comunicación, la publicidad, se refuerza la soledad, el aislamiento y la idea del yo.
El temor secreto de los adultos frente a la llegada de la decrepitud y la pérdida de la autosuficiencia, les lleva a considerar la juventud como el único tiempo posible de realización.
Idealizando este tramo de la vida pierden el ahora, olvidan las bellezas del instante. Olvidan el agradecimiento. Olvidan el dar y recibir.