"UK´UMANTA" se llamaba el trabajo de la comunidad Nayjama que vi el día que llegué a Cochabamba. De Sucre venían 15 integrantes, entre mujeres y hombres, acompañados por dos alemanes que viven con ellos.
La propuesta incluía danzas rituales de 4 culturas antiguas: Callawaya, Aymara, Quechua y Yampara.
Con quenas, sikus, pinkhullos, tarcas, tambores descubrieron ante nosotros ceremoniales a la tierra, a la fertilidad, al viento.
Las figuras entrelazaban círculos, ochos, marchas tomados de sus vestidos, cantos, avances y retrocesos. La unidad de los participantes, la música y los bailes imprimía un mensaje de acercamiento entre los espectadores.
Los músicos bailaban mientras tocaban y cantaban a la vez. No había figuras individuales ni lucimiento personal.
El sentimiento que crecía entre los observadores era participar en el fluir constante del círculo. La emoción nos venía de lejos, del tiempo, igual que frente a los bailarines de Sema en la lejana Turquía.