Una vez terminada la anamnesis (interrogatorio del paciente), el homeópata no sólo se habrá formado una imagen global del problema, sino de usted como persona. Esto reviste una gran importancia, ya que el objetivo principal del tratamiento es estimular sus defensas. Al fortalecerlo, mejora su salud, lo que hará que en el futuro tenga menos problemas que necesiten ayuda. Eliminar un problema concreto sin ayudarle a un nivel más profundo no producirá el mismo resultado.
El homeópata podrá realizar o no un examen físico completo, dependiendo de su formación y de la naturaleza del problema que se le presente para su tratamiento. Los datos que reúne el homeópata se conocen como «cuadro sintomático». Algunos síntomas se considerarán más importantes que otros. En general, sin embargo, los síntomas son más importantes si:
Son insólitos para el problema que nos aqueja. En un caso de fiebre, por ejemplo, la sensación de sed aumenta ya que debemos reponer las reservas de agua que el cuerpo ha perdido con la sudoración. En consecuencia, la falta de sed durante la fiebre sería algo insólito. Otro ejemplo es una garganta inflamada en la que el dolor empeora al tragar líquidos o saliva, pero mejora al tragar alimentos sólidos.
Se trata de síntomas «característicos», es decir que se pueden describir en términos de sensación, localización, modalidad y concomitancia. La queja por un «dolor de cabeza» es inútil sin una descripción más amplia. La queja por un dolor palpitante y fuerte localizado en la oreja, que empeora cuando alguien salta sobre la cama en la que nos acostamos, acompañada por fiebre alta y enrojecimiento de la cara, es bastante característica de la belladona.
Son síntomas «extraños, raros y peculiares», que llaman la atención porque sólo se describen muy raramente.
Son síntomas que aparecen frecuentemente cuando uno está enfermo. Si, por ejemplo, tiene un dolor palpitante cuando le duele la cabeza, el oído o la garganta, el hecho de que sea «palpitante» adquiere una gran importancia.
Los consideraremos en general, no en relación con una parte concreta del cuerpo. El dolor de cabeza, por ejemplo, es un síntoma «local» de la cabeza. La sensación de estar «agotado» cuando se tiene hambre, se considera como un síntoma «general» del conjunto de la persona. Los síntomas locales pueden requerir remedios concretos, pero el remedio correcto debe abarcar el síntoma «general».