Ataques repentinos de intensa ansiedad en los que la persona se siente incapaz de reaccionar. Los ataques parecen surgir de la nada y se pueden convertir en un problema crónico recurrente. Este estado lo debe tratar un profesional experimentado. El ataque agudo suele responder a diversos remedios, entre los que destacan:
Aconitum napellus (acónito): temor intenso e incluso histeria. La persona está convencida de que va a morir y hasta dice saber con exactitud cuándo se producirá la muerte. La histeria suele acompañarse por parálisis, respiración rápida e intenso desasosiego. Empeora hacia la medianoche, aunque puede aparecer también en cualquier momento.
Arsenicurn albura: este cuadro sintomático se parece al del Aconitum, pero la inquietud es aún más profunda, lo que induce a la persona a ir de un lado a otro sin encontrar alivio, mostrándose exigente y necesitada de tener gente a su alrededor. Las cosas tienen que estar en orden (quisquilloso) para poder controlar el pánico y el caos que se siente interiormente.
Opium (opio): el opio resulta particularmente indicado cuando la persona parece muy asustada y se muestra aturdida, adormilada o incluso con estupor. Puede que se le contraigan las pupilas.
Belladona: el cuadro sintomático puede ser de un intenso temor que casi parece delirante. La persona está enrojecida, arrebolada, agitada y siente la necesidad imperiosa de echar a correr, escapar y ocultarse. Probablemente tiene las pupilas dilatadas.