A una niña de ocho años se le presentaron repentinamente agudos dolores de estómago y diarrea, a pesar que no tenía historial previo de tales síntomas. Un experto gastrointestinal realizó toda una batería de análisis y no pudo encontrar nada mal en la niña. Finalmente, sus padres la llevaron a un asesor psicológico familiar que también utilizaba esencias florales.
En la sesión inicial de diagnóstico, la niña dibujó una imagen grande de un corazón roto. El asesor utilizó la flor de corazoncillos para ayudarla a afrontar lo que percibió como una profunda fuente de dolor en la niña. La pequeña empezó a compartir entonces su sensación de pérdida por una compañera de juegos que había muerto repentinamente varios meses antes del inicio de sus síntomas. La familia no tenía ni la menor idea de que hubiera podido sentirse tan afectada por la muerte de su amiga.
Al cabo de pocos días de tomar la esencia de corazoncillos, los síntomas de la niña disminuyeron drásticamente y a las pocas semanas habían desaparecido por completo.
Un vendedor ejecutivo, de cincuenta y ocho años de edad, tenía que afrontar un gran estrés en su vida cotidiana. Su médico le diagnosticó una presión alta crónica y las primeras fases de una enfermedad coronaria.
Se le pidió que efectuara unos cambios dietéticos y que incorporara en su vida cotidiana ejercicio y técnicas de reducción del estrés. A pesar de realizar dos programas diferentes para reducir el estrés y aprender técnicas de relajación, el hombre progresó poco. Seguía sintiéndose ansioso e irritable al final de la jornada.
Un terapeuta de esencias florales le recomendó una combinación de esencias de balsamina, zinnia y borraja. El hombre observó un efecto inmediato tras usar estos remedios: se sintió más sereno y centrado. Las técnicas de relajación que ya había probado ahora le parecieron más fáciles de incorporar. Observó que muchas situaciones en el hogar y en la familia empezaron a cambiar gracias a su mayor sensación de tranquilidad y autocontrol. Seis semanas más tarde, al acudir a su visita habitual de control, su médico de cabecera se extrañó al descubrir que su tensión sanguínea había disminuido de forma significativa y quiso saber «qué había cambiado» en su paciente.