La polaroterapia se conoce también como trabajo corporal. La premisa básica es que el contacto físico afecta al campo energético humano. El cuerpo es como la barra de un imán con un polo (+) arriba y un polo (–) abajo. De modo similar, las manos tienen una carga que tiende a ser positiva (+) en la derecha y negativa (–) en la izquierda. Piénsese en lo que ocurre cuando los extremos (+) y (–) de dos imanes se sitúan uno cerca del otro y en lo que sucede cuando se invierte el extremo de uno de ellos: una posición atrae (polos opuestos), mientras que la otra repele (polos iguales).
De modo similar, colocar las manos sobre el cuerpo afecta al flujo de energía, de modo que una posición estimula y la contraria seda el flujo de energía. Al conocer los principales modelos de flujo e intersecciones clave de cualquiera de las cuatro dimensiones del campo energético humano, y al aplicar apropiadamente las manos, el especialista facilita cambios profundos en el cuerpo y la mente. Además, el profesional se centra conscientemente en el flujo de energía, de modo que conceptos como «contacto consciente», «toma de conciencia», «límites» y otros afines tienen un papel muy importante en la polaroterapia.
Generalmente, se admite que la curación se genera desde dentro del propio paciente. El profesional no hace sino facilitarla y ayudar a que se produzca y, por tanto, no es una fuerza curativa externa. Lo importante aquí es la concienciación y sensibilización del paciente, no el papel corrector del médico.
Dentro de cada una de las cuatro dimensiones del campo energético humano, las técnicas del trabajo corporal se basan en consideraciones, localizaciones e intenciones terapéuticas específicas.
Para la energía primaria, las técnicas se centran en el sistema cráneo-sacral. Se estudian los movimientos sutiles y las funciones del cráneo, la columna vertebral y el sacro, concentrándose en la potencia de la energía y en el movimiento libre del fluido cerebroespinal (FCE), considerado como el portador del flujo de energía más sutil y poderosa del cuerpo.
Para los tres principios se estudian las cualidades básicas del yin y el yang, las fuerzas polarizadas bien descritas en los sistemas médicos tradicionales ayurvédico y oriental. Todos los tejidos y funciones, todas las relaciones microcósmicas y macrocósmicas se presentan en términos de energía cargada, categorizada en polaridad corno positiva (+), negativa (–) y neutra (0). Estas tres energías se hallan en constante tensión dinámica entre sí, y sientan la base para la manifestación física. En física, eso se ve con claridad en la estructura del átomo, con el protón (+), el electrón (–) y el neutrón (0) en constante interrelación mutua y autorregulada.
Cuando hablamos de polaridad en el trabajo corporal, la comprensión de los tres principios se aplica en términos de localización y calidad del contacto, en métodos para equilibrar los sistemas nerviosos y en una larga serie de formas diversas.