¿Cómo aprovechar esta energía que forma parte de nuestra experiencia cotidiana y usarla para enriquecer nuestra vidas y sanar de alguna afección? Lo primero que debemos recordar es que a la naturaleza le agrada el equilibrio, por lo que en la curación a menudo se aplica el principio complementario. Si se usa un color, también se usa su color complementario. Un cuerpo sano contiene colores complementarios en igual proporción unos con respecto a otros.
Al realizar los siguientes ejercicios, recuerde que a la naturaleza le encanta la riqueza y el equilibrio.
Recuerde uno de sus lugares favoritos en la naturaleza, un lugar donde pueda relajarse, sentirse a salvo y corno en casa. Acuéstese, póngase cómodo y empiece a respirar con naturalidad y suavemente. Desplácese mentalmente a ese lugar. Recuerde un momento en que se sintió feliz y relajado allí.
Si no se le ocurre con facilidad un lugar y un momento concretos, imagínese una historia sobre un lugar en el que se sentiría feliz y relajado. Véase entrar en ese lugar, tumbarse cómodamente en el suelo o sentarse tranquilamente en un sillón.
Observe los colores que le rodean. Aspírelos con toda su riqueza mientras los ve con el ojo de su mente, el «tercer ojo». El brillante cielo azul, el lago azul celeste en la distancia, la hierba verde que le rodea, los colores anaranjados, rojizos, amarillos y violetas de las flores. Aspire los colores. Intensifique mentalmente su riqueza y variedad. Manténgase durante diez minutos.
Luego, suavemente, regrese al presente, vigorizado y relajado. A medida que practique este ejercicio, aumentará su capacidad para introducir más detalle y variedad en al color.