Uno de los objetivos de la Bioenergética es favorecer la autoexpresión. Conviene decir que la autoexpresión comprende las actividades libres, naturales y espontáneas del cuerpo y que, al igual que sucede con la auto-conservación, es uno de los valores que incorporan todos los seres vivos.
Todas las actividades corporales forman parte de la autoexpresión, ya se trate de las más elementales, como puede ser el andar o el comer, o de aquellas más culturales y refinadas como cantar o bailar. Por ejemplo, la forma de caminar de una persona constituye una expresión clara de su identidad, ya que no existen dos individuos que anden, se conduzcan y comporten de manera idéntica. Pero no son sólo las acciones y los movimientos corporales las únicas formas de autoexpresión. Existe una serie de elementos físicos del individuo que son igualmente significativos. La Bioenergética pretende que el individuo pueda recuperar, en la mayor medida posible, su capacidad natural de expresión espontánea, liberándose de sus bloqueos estructurales y adquiriendo así una mayor autenticidad.
El fin último de la terapia bioenergética, tal y como la estructuró Alexander Lowen, está en relación lógica con su propia esencia: el entendimiento, el estudio y tratamiento de la persona, en términos de procesos y transformaciones de la energía que existe en ella como cuerpo vivo que es. Por todo ello, el fin de la terapia está en potenciar al máximo esas funciones vitales que constituyen la expresión y el motor de nuestro desarrollo. Se trata, pues, de una recuperación total de la persona a través del cuerpo.