La terapia corporal en la historia
La pérdida de la conexión corporal
La gimnasia conciente pertenece al primer grupo, y por ser parte fundamental de mi formación me referiré a ella y a su perspectiva desde lo educativo.
Nuestra historia esta "incripta" en nuestro cuerpo, y la postura en gran parte de las veces tiene que ver con ella.
Los desvíos de nuestra columna, con el consecuente dolor que les acompañan, junto a hombros rotados que ocultan un pecho temeroso de exponerse, o excesivamente abierto en una postura desafiante que intenta compensar el miedo a la vulnerabilidad, o una pelvis que acomodada a una imagen seductora estereotipada; se echa hacia atrás en una actitud provocativa, que esconde su sexualidad. Estas disfunciones se fueron formando desde nuestra inserción en la familia y en el ámbito educativo, ambas llenas de prohibiciones y que originan un alejamiento de nuestras sensaciones y percepciones en un cuerpo rígido y acorazado, desviado de sus ejes y que apenas respira.
Sabemos de los dolores de espalda derivados de posturas defectuosas que son una tortura en el momento de concentrarse y de la respiración entrecortada y pequeña que afecta a todas las funciones del organismo.
La exigencia del sistema operante crea estos alumnos robots, piezas de un engranaje donde la obediencia castra toda creatividad y donde la astucia carente de valores éticos reemplaza a la alegría de la participación comunitaria.
El movimiento tiene una participación importante en la construcción de esta historia. Desde esta situación de compresión, donde toda originalidad en el quehacer y en el pensar desde una perspectiva más profunda es tildada de sospechosa.
El cuerpo adquiere un hábito mecánico, la rigidez oculta el dolor de la pérdida del ser.
Como contrapartida, desde la gimnasia conciente existe "...la posibilidad de reconocerse en una actitud postural propia y armónica que tiene al equilibrio de los ejes, y que es el resultado de un desarrollo personal que revaloriza el conocimiento que uno puede generar sobre si mismo. En esta búsqueda descubrimos sensaciones, sentimientos, emociones que se alojan en nuestros espacios corporales."Irupe Pau.
Desde este conocimiento vivenciado y luego complementado con un saber anatómico, la exploración del movimiento se convierte en un laboratorio de investigación donde comenzamos a "habitar la casa", nuestro propio cuerpo. A descubrir que en el aprendizaje desde el sentir y apropiarnos de las distintas posibilidades de movimiento de las zonas corporales vamos tomando soberanía de este territorio desconocido... En la vida cotidiana producto de esta distancia que tenemos de nuestra corporalidad, nos movemos en bloque y solo tenemos alguna referencia de nuestras extremidades. Esto va originando una pobreza muy grande de movimientos y una inconciencia en relación a nuestra postura, a no ser que ella se haga presente por los dolores que nos origina.