La terapia corporal en la historia
La pérdida de la conexión corporal
Con el aparecimiento de los anatomistas, el cuerpo se desacraliza, se lo separa de la totalidad y aparece como objeto de estudio, como materia inerte a investigar, fragmentado en múltiples partes. Este concepto perdura en la medicina moderna, en la cual lo importante es desentrañar y expulsar del cuerpo la enfermedad sin unirla a la totalidad de la persona; muchas veces ésta no es nombrada, sino por la zona corporal enferma, lo que muestra la concepción disociada de esta medicina cada vez mas especializada. No solo existiría entonces una escisión de cuerpo y alma, sino que también las partes corporales estarían escindidas de su totalidad.
Veamos la repercusión de esta concepción dualista en el campo de la educación, recordando como se expuso que la visión del cuerpo es una construcción social "Se relativiza la materialidad anatómica para transformar en humano un cuerpo histórico, místico, social, cuerpo de la cultura" E. Matoso.
En el siglo XVIII, las actividades físicas, fueron valorizadas como parte de la formación de la juventud. Surgen las metodologías gimnásticas en las que el cuerpo pasó a ser adiestrado con el objetivo de un logro ideal de hombre. El modelo imperante sería el de la perfección alcanzada por un rudo esfuerzo, el rigor y la superación del dolor físico que darían como resultado un individuo fuerte -las mujeres por supuesto quedan excluidas de este campo- tanto en el aspecto físico como moral.
En esta visión, el saber esta remitido por un modelo, el profesor, al que hay que imitar a la perfección, un movimiento hecho, mecánico y alejado de las sensaciones y de los cuestionamientos. Lo importante es competir y ganar, ser el mejor de acuerdo a estos cánones en que una aparente flexibilidad oculta una rigidez en donde no hay espacio para sentir ni para crear. Es la educación de la obediencia y de la repetición.