Sergio Polansky, Músico y Terapeuta
La meditación en la vida cotidiana
Composiciones para el "entretenimiento y placer"
Cuanto más nos sumergimos en los sonidos de la música, mayor es nuestro nivel de concentración. Escuchar música por tanto, puede considerarse una forma de meditación.
Si nuestro objetivo es estabilizar las fuerzas psíquicas, contamos, ademas, con otro instrumento: los sonidos milenarios de las sagradas escrituras hindúes y también del misticismo judío entre otros, los llamados "mantras".
Los "mantras" son sonidos sagrados primordiales que, por la peculiaridad de sus vibraciones, favorecen la concentración y provocan estados de conciencia alterados.
Cuanto mayores sean sus niveles de concentración y relajación durante los periodos de escucha, mas posibilidades hay de que esta se convierta en meditación.
La música esta en constante movimiento. Cada obra musical tiene un principio y un fin. La música fluye entre ambos puntos, entre el nacimiento y la muerte. Se mueve incesantemente y pasa de un compás a otro. Y lo mismo ocurre con nuestra vida, que también es un flujo continuo y como la música, siempre tiene lugar en el "aquí y ahora". La música es una invitación a abandonarse completamente a ese "aquí y ahora" del sonido y el ritmo. En la vida, no solemos prestar demasiada atención al presente, porque el pasado o el futuro logran apartarnos de la realidad del instante. En la música es mucho mas sencillo: la conciencia se limita a seguir el flujo del sonido.
Recordar compases que han sonado hace solo unos minutos o anticipar el acorde final de una sinfonía es algo extremadamente complicado. Por eso cuando escuchamos estamos solo en el "aquí y ahora" y nos resulta mas fácil alcanzar estados meditativos.