Si la mayor parte de nuestra vida estuviera marcada por experiencias de aprendizaje de este tipo en los que el acto lúdico fuera el medio de aprendizaje, este mismo acto de aprender sería un premio gozoso y por lo tanto, ni siquiera sería necesaria la nota o calificación del maestro, siendo éste el instrumento verdadero y positivo para nuestra formación.
Pasemos a otras experiencias valiosas, por ejemplo, formar parte de un coro nos hace sentirnos siempre unidos y acordes con otras personas; debemos armonizar nuestras voces con las de otros y entonar cada nota de manera que, nuestra voz sólo sea parte de un todo.Pintar una escena cualquiera que nos haya sugerido un relato o un recuerdo nos hace, en cambio, destacar nuestra propia sensibilidad a la forma y el color para mostrarla a los otros o para nuestro propio goce.
Haber participado alguna vez en una obra de teatro en la escuela o en otro lugar, nos obligó tal vez a pensar y sentir como un personaje distinto a nosotros y ponernos en su lugar, y así, en la danza también, mover nuestro cuerpo con ritmo y armonía nos obliga a una entrega gozosa y acorde con otros.