3-05-2007
La comunidad científica conoce desde hace tiempo que una dieta restringida proporciona una vida prolongada en numerosas especies animales: los gusanos, la mosca de la fruta y los ratones de laboratorio.
Un grupo de científicos de EEUU del Salk Institute, de San Diego, liderados por Siler H. Panowski, han identificado un gen clave, el PHA-4, que podría explicar por qué la dieta de restricción alimentaria equilibrada, favorece la longevidad en los animales.
De acuerdo a su artículo, publicado por la revista «Nature», sus objetivos están orientados a buscar una vía para retrasar el envejecimiento en el hombre.
Un pequeño gusano de laboratorio (Caenorhabditis elegans), un organismo integrado por apenas un millar de células, ha servido a los investigadores para descubrir por qué la restricción calórica lleva a una mayor longevidad y a una vida más sana.
Hugo Aguilaniu, de la Escuela Normal Superior de Lyon, co-autor del estudio, señala que "aportar al animal un 70 por ciento de lo que comería de forma espontánea alarga su vida entre un 20 y un 30 por ciento... Este gen, el único absolutamente indispensable para que la restricción alimentaria actúe sobre la longevidad es en realidad un gen clave que regula otros genes".
Hoy, se conocen dos vías para prolongar la vida: la primera es la manipulación de la insulina generada por el páncreas, que permite prolongar al doble la vida en ratones de laboratorio, esto, a costa de producir enanismo y dificultades reproductoras; y la segunda es la restricción alimentaria.
En esta última vía, "si se bloquea el gen PHA-4, la restricción calórica no produce efecto alguno, mientras que si se incentiva la actividad de este gen se produce un envejecimiento prolongado, armonioso y dinámico", asevera Aguilaniu.
Los científicos consideran que el PHA-4 "constituye, a priori, un buen objetivo terapéutico por su carácter específico; sin embargo, este gen, que aumenta las defensas contra la oxidación celular, se presenta como un factor de transcripción muy protegido en el núcleo de las células, por lo que las mejores formas de abordarlo son a través de las enzimas o de los mensajes hormonales".
En el caso del ser humano, el PHA-4 es parte de un grupo de tres genes (Foxa 1, 2 y 3). El estudio más preciso de las particularidades de este gen podría abrir nuevos horizontes a la prolongación de la vida en los seres humanos.